Amor
¿Los polos opuestos se atraen?
¿Es verdad que en el amor los polos opuestos se atraen y sentimos admiración por lo que nosotros no somos?
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La fórmula matemática del amor no existe. Existen, de hecho, cantidad de creencias poco fundadas sobre qué tipo de personas pueden encajar mejor en nuestra vida como pareja en función de cómo seamos. Una de ellas, que habitualmente escuchamos en nuestra vida cotidiana, es que las personas con caracteres opuestos se atraen. Pero, ¿qué hay de verdad en esto? Realmente ¿sentimos admiración por lo que nosotros no somos? O, dicho de otra manera, ¿debemos fijarnos en personas con formas de actuar y de expresarse distintas a las nuestras en la relación con el otro para garantizar nuestra felicidad?
'El diario de Noah', donde Allie (caprichosa, temerosa e indecisa) se enamora de Noah (decidido y seguro) o 'Pretty Woman’', donde Edward, (serio y reservado) se termina enamorando de Vivian (extrovertida e impulsiva), son muestras de lo que el inconsciente colectivo parece creer en esto del amor. Que todo es posible, pero que la historia de amor es más intensa, más apasionada, cuando descubrimos en el otro algo de lo que nosotros carecemos.
Pero esto no es un axioma. Puede que haya personas tímidas y reservadas que admiren la sociabilidad y la espontaneidad y, al contrario, pero también puede darse que no. A veces podemos desear ser distintos porque vemos las limitaciones de nuestro propio carácter, pero puede que estemos contentos de cómo somos y no nos gusten las personas que actúan de manera opuesta.
Aunque no exista la fórmula magistral del amor, sí es verdad que cada uno usamos la nuestra y debe tener una serie de ingredientes básicos para que nos funcione. Uno de ellos, común a todas las personas, es la admiración hacia el otro. Normalmente, admiramos las personalidades que se relacionan o se expresan de una manera que a nosotros no nos es posible por nuestras limitaciones de carácter, que nos gustaría hacerlo así, pero que no nos sale natural, personalidades que nos sorprenden, que nos hacen reír, que nos parecen en cierta forma más completas. Por ello, es verdad que la mayoría nos fijamos en personas que consideramos mejores y más completas, distintas y nos enamoramos de eso, de su personalidad, de su forma de afrontar la vida.
Me acuerdo del caso de Marian. Profesora universitaria, responsable, reservada y algo tímida. No sabía lo que le pasaba en esto del amor, pero fracasaba en todas sus relaciones. Empezaba con ilusión y ella pensaba sentirse enamorada, pero a lo largo de los meses se aburría y terminaba dejando a la persona. Marian creía que su mejor relación tenía que ser con un igual. Un hombre de su mismo nivel académico, de buena familia, funcionario, con tiempo libre como ella y a poder ser del mismo sector, para compartir conversaciones y crecer mentalmente. Y eso buscaba. Con 38 años y ganas de ser madre piensa que esto de la pareja no es lo suyo y que su último intento para conseguir pareja es realmente conocerse y ver qué es lo que le atrae en una persona porque está claro que sus pensamientos no son acordes a sus emociones.
Al cabo de unos meses y de un proceso de autoconocimiento profundo en la consulta, Luis apareció en su vida: un emprendedor desde los 18 años, clase humilde y estudios de formación profesional. Decidido y ambicioso, con 40 años dirige su propia empresa de transportes, donde a veces él mismo conduce algún tráiler si alguna persona de su equipo está enferma. La magia surgió desde el primer momento y las horas se pasaron en segundos. Siente la admiración que sólo y a nivel académico había tenido hacia algún colega. Le gusta ese carácter luchador y positivo, le atrae esa mirada fuerte e inteligente. Y Luis…, qué mujer frágil e inocente, piensa. Me gusta su carácter reflexivo y pausado, qué tranquilidad aporta. Y a él también las horas se le pasan en segundos. Han pasado cinco años y sus gemelos vinieron al mundo hace dos.
Pero un aviso importante, aunque admiremos la personalidad distinta en la mayoría de los casos, otro ingrediente fundamental para el amor es que el estilo de vida sea compatible. Si nuestro objeto de deseo es una persona con metas, valores y objetivos de vida distintos a los nuestros, a pesar de que nos enamoremos porque nos atraiga, esa relación no tiene futuro. La pareja debe elegir el mismo camino, cada uno lo recorre a su manera, pero de la mano, complementándose, hablando el mismo idioma.
Por lo tanto, el estilo de vida común es la base para que la admiración se convierta en amor, porque no debemos cambiar para estar con el otro, sino que lo vamos a disfrutar porque él nos quiere así como somos y juntos vamos a por nuestros objetivos de vida, y así, nuestra historia de amor se convertirá en el amor de nuestra vida.
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Alicia López Losantos es psicóloga y socióloga.
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