Lobo ibérico

¿Es posible defender al ganado de los ataques de los lobos sin tener que cazarlos?

Algunos ganaderos de Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria piden que se levante la prohibición de cazar lobos, pero los ecologistas señalan que hay métodos para asustarlos sin dañarlos.

Imagen de ovejas devoradas p

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Jonatan Rodea, ganadero extensivo, es el dueño de la ganadería de Lechazo de Pinares, y nos cuenta que la comarca en la que vive, la de Pinares, en Ávila, es la que sufre más ataques de lobo en toda Europa.

Personalmente, él ha sufrido 70 ataques de lobo en los últimos 7 años. Esto equivale a una media de 10 ataques al año. Además, Rodea relata que se sufre mucho viendo a tus ovejas desangrarse y agonizar, ya que el pastor quiere a sus animales y le causa mucho dolor verlos así.

La negligencia de las Administraciones no permite la coexistencia pacífica de lobos y ovejas

Muchas mañanas, Rodea acude temeroso a la finca donde tiene a sus rebaños con miedo de encontrarse a los lobos allí. El ganadero le ha mostrado a Antena 3 Noticias las grabaciones que él mismo ha realizado del lobo que transita por estas fincas que están valladas con casi dos metros de altura de alambrada ganadera.

A Rodea le parece que en las comarcas donde hay muchos lobos debería controlarse la población. O bien cazándolos, o bien capturándolos y llevándolos a zonas protegidas donde los lobos se alimenten de ciervos o jabalíes en vez de sus ovejas.

En defensa del lobo

Luis Suárez, especialista en especies de WWF, nos subraya la importancia de proteger al lobo como especie que está amenazada y porque es el único gran depredador que queda en la Península Ibérica.

Suárez plantea que no es necesario cazarlos ni matarlos porque existen métodos disuasorios que se emplean en otros países del mundo como aparatos que disparan al aire para ahuyentarlos o vallas especiales electrificadas en las zonas más despobladas.

En cualquier caso, los ecologistas creen que haría falta ayudar a la ganadería extensiva con inversiones en instalaciones que les protejan del lobo.

Porque, como nos dice Rodea, esas indemnizaciones no siempre llegan o, cuando lo hacen, son insuficientes. A veces porque el certificador argumenta que la oveja ya estaba muerta y el lobo sólo fue a comer su carroña. Otras veces se dice que el ataque no es de lobo sino de perro salvaje y eso no se indemniza, y otras se paga por la muerte de una oveja, pero si estaba embarazada no se paga nada por el cordero que aún no había nacido.

Los ecologistas piden inversiones en medidas de protección para la ganadería extensiva

Lo cierto es que ni el Gobierno central paga a tiempo toda la dotación presupuestaria establecida a las Comunidades Autónomas ni las Comunidades lo hacen al ganadero.

Siempre llegan tarde, meses después del ataque, incluso cuando el certificador ha dado el visto bueno al pago. Rodea nos comenta que, si no quieren cazar al lobo, lo mejor sería capturar los excedentes en una zona si los ataques son frecuentes.

Lo que sorprende es que los ganaderos tengan que pagar con sus ovejas el precio de la protección del lobo, porque eso les hará odiarlos. Es paradójico que en pleno siglo veintiuno no exista una solución práctica de control y coexistencia.

Según los ganaderos, a nadie se le escapa que es una negligencia de la Administración, sea autonómica o gubernamental pero consideran que no puede decidirse la protección del lobo desde un despacho sin hacer partícipes y compensar a los ganaderos que sufren las consecuencias. En resumen, destacan que el lobo es una especie ancestral que merece ser protegida, pero el ganadero y sus familias también, es por esto que remarcan que aquellos que nos gobiernan tienen la responsabilidad de proporcionar la coexistencia óptima.

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