El 25 de septiembre fallece Manuel García Viejo. Teresa maneja material peligroso y se contagia al tocarse la cara con un guante, pero no se da cuenta.
Dos días después, el día 27, se presenta a unas oposiciones, pero nadie que asistió al examen está en riesgo de contagio.
El día 29 nota una subida de temperatura. Avisa al Servicio de Riesgos Laborales del Carlos III pero descartan ébola.
La fiebre sigue al día siguiente y va a su médico de cabecera. No cuenta que ha estado en contacto con los infectados y le diagnostican gripe.
Teresa Romero continúa con su vida normal, incluso se va a depilar y pone en riesgo a dos peluqueras. Pide entonces a su hermano que no la visite.
A partir de entonces, toma medidas en casa y duerme separada de su marido, pero él ya ha corrido muchos riesgos.
En los días posteriores, hasta el 4 de octubre, se mantiene en contacto con el servicio de control del Carlos III e informa de su temperatura.
El 5 de octubre llama al 061 y una ambulancia la traslada al Hospital de Alcorcón. Un médico, sin protección, entra en contacto con ella, y también otros ocho miembros del personal sanitario.
Al día siguiente, el día 6, y tras varias pruebas certifican el primer caso de ébola fuera de África. El Doctor Parra, que le asiste, desconoce la infección y no toma medidas. Se expone al virus.
Todas las personas, 14 en total, que han tenido contacto con Teresa Romero, permanecen a estas horas ingresadas bajo observación en el Carlos III.