Galicia

Raquel vive en Londres y no puede volver a A Coruña porque su inquilina tiene el piso okupado

La inquiokupa le dice a Raquel, dueña del piso, “que está buscando otra cosa y no encuentra nada”.

Bloque de pisos con una inquiokupa en A Coruña

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El 1 de noviembre se acabó el contrato pero se niega a irse, dice que está buscando otra cosa y no encuentra nada”, cuenta Raquel Pazos, una coruñesa que reside y trabaja actualmente (y desde hace 12 años) en Londres. Hace ya un tiempo que decidió que quería volver a Galicia y, además, pretendía vender su piso cerca de la Avenida de Monelos, en la ciudad herculina. Pero se ha encontrado con la negativa de su inquilina a irse.

La inquilina tenía un contrato con el padre de la actual dueña, fallecido hace unos pocos años. Pagaba por el piso, de tres habitaciones, poco más de 500 euros. Al principio residía ella sola. Ahora vive con su pareja y su hija.

Un problema desde hace años

“Ya hace tres años que le envié un burofax informándola de que no se renovaría el contrato y avisándola para que se fuese buscando algo”, cuenta Raquel. “Pero ha hecho caso omiso a todos los avisos”, sigue, “se siente impune porque sabe que la ley la ampara”. El resultado: “Esta señora ha decidido que no se quiere ir de mi casa y yo ahora no puedo volver”.

“En agosto me dijo que sí había encontrado otra cosa, que le iba a hacer unas pequeñas reformas y que si no me importaba que se quedase de agosto a noviembre gratis porque no podía afrontar el gasto de esa nueva hipoteca y mi renta”, explica Raquel. “Le dije que no, evidentemente”, señala. Sin embargo, llegaron no solo noviembre, sino también los meses posteriores, y ella continúa residiendo en el piso.

Este medio ha intentado contactar con la inquilina, la cual se ha limitado a reenviar las declaraciones ofrecidas al periódico La Voz de Galicia, en las que destaca que ella sigue pagando el alquiler y que, además, se ofreció a comprarle el piso a Raquel en su momento. “Me ofreció una cantidad irrisoria por el piso, sabiendo cómo está el mercado”, señala. Raquel indica que la inquilina le ofreció 180.000 euros y, según relata esta a La Voz de Galicia, posteriormente ofreció 220.000 euros. Raquel tiene clara su respuesta, dando a ver que el objetivo de la inquiokupa no fue comprárselo: “No me ofreció 220.000 euros porque, si lo hiciese, se lo hubiera vendido”.

Por otro lado, a respecto de los pagos del alquiler, señala Raquel: “Le tuve que suspender los pagos porque, si se los admitía, según mi abogado, significaba que yo estaba de acuerdo con que ella estuviese en el piso”. De este modo, Raquel sigue sin percibir ni un euro por el uso de su piso desde hace meses. Sí que sigue pagando ella los gastos generados por la familia de la inquiokupa.

“A mí me encantaría sentirme orgullosa, en este sentido, de ser española y no inglesa y en este caso concreto prefiero ser inglesa”, explica la gallega. “Yo cuando les cuento a mis compañeros y amigos lo que me pasa no se lo creen, no dan crédito”, relata Raquel, que sigue todos los pasos, por vía judicial, para solucionar su problema.

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