Restaurantes
Restaurante Botín, el más antiguo del mundo: 300 años de historia, secretos y leyendas
Acaba de cumplir 300 años y sigue siendo un restaurante de referencia en todo el mundo, y haber cumplido tres siglos, lo ha convertido en el más antiguo del planeta. Su horno lleva encendido día y noche desde hace más de 200 años. Benito Pérez Galdós era adicto a sus callos. y Hemingway escribía capítulos de sus libros en sus mesas.

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Fue abierto en 1725. En aquella época no existía el concepto de "restaurante" en España, así que era una fonda que ofrecía comida. Una comida que poco a poco fue ganando en calidad y fama, en parte gracias a su horno de piedra. Lleva dos siglos encendido ininterrumpidamente. Nunca se ha apagado.
El restaurante tuvo que cerrar durante el confinamiento en la pandemia, pero tenían miedo de apagar el horno, por si, al volver a encenderlo, esas piedras centenarias no aguantaban el cambio de temperatura y aparecieran las temidas grietas. Así que un camarero que vivía muy cerca se ofreció voluntario para ir regularmente a alimentar el horno.
Quizá ese sea el secreto para cumplir tres siglos: mantener la lumbre encendida y la mesa puesta. Eso, y ofrecer una comida tradicional pero exquisita. Algo que sabía el escritor Ernest Hemingway cuando pasaba por España. Escribió muchas de sus crónicas y algunos capítulos de sus libros sobre sus manteles. Lo hacía en la primera sala que nos encontramos al entrar. La llaman 'Sala Galdós', en honor a otro escritor, que era adicto a los callos de Botín. Benito Pérez Galdós citaba al restaurante en "Fortunata y Jacinta". Hizo vivir a su protagonista, la desgraciada Fortunata, muy cerca del restaurante, a orillas de la plaza mayor.
En las entrañas del restaurante, en lo que es su bodega, recorremos túneles que forman parte de una red que atraviesa el centro de Madrid. Nos cuentan que estas galerías fueron usadas durante siglos por maleantes, huidos de la justicia, para el estraperlo y negocios turbios. Por estas venas corría la sangre de un Madrid canalla.
En las plantas superiores, quizás también hubiera más de un canalla, pero con mucho más abolengo. Príncipes, reyes y políticos han discutido y hecho tratos en estos salones. Pero el personal que trabaja aquí siempre ha sido muy discreto, aunque hay algunos secretos que se escapan a gritos. Como cuando Ava Gadner corría descalza entre las mesas, suponemos que algo perjudicada. Seguramente estas paredes habrán sido testigos de su idilio con un famoso torero casado. A saber qué más saben estas paredes...
Porque 300 años, dan para muchas historias y algunas leyendas. Como una que cuenta que el genial pintor Francisco de Goya, de adolescente, trabajó de friegaplatos en estas cocinas. Las manos que iban a revolucionar el mundo de la pintura, cambiaron el estropajo por el pincel.
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