Islas Canarias

Restricciones de agua en Tenerife por la sequía: ni para el campo, ni para el consumo humano

Prohibido regar más de un día a la semana: Tenerife empieza a sufrir las consecuencias de la falta de agua. La Guancha prohíbe usar el agua del grifo para beber y cocinar.

Sequía en Canarias

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La isla está en emergencia hídrica y sus consecuencias ya se están notando en el campo y en las casas. Los agricultores de la comarca nordeste están sometidos desde esta semana a restricciones en el riego.

El Cabildo ha dividido el terreno por zonas y cada una de ellas tendrá unos días y horarios para poder regar. Una medida con la que se pretende poder soportar la falta de agua de los próximos meses. Las lluvias de la primavera solo sirvieron para incrementar apenas un 2 % los niveles de los depósitos y embalses de la isla.

Esta situación ha provocado que muchos agricultores dejen parte de sus terrenos sin cultivar, en barbecho, como Miguel López. Nos invita a comprobar cómo está su finca: "En esta época del año, no es normal que la tierra esté así de seca. Si no tenemos unas mínimas garantías de que vamos a tener agua con la que poder regar, no vamos a plantar", se lamenta.

De hecho, este año ha dejado de cultivar una de las parcelas donde cada año siembra papas: "Aquí sacamos el año pasado más de 25 mil kilos, esto supone casi la mitad de mi producción. Es normal que muchos agricultores abandonen los campos porque es más lo que gastan que lo que después reciben".

Hace un llamamiento a las autoridades para que todos estén sometidos a las mismas reglas: "Pedimos que se apliquen las normas por igual para todos porque no entenderíamos que se siguieran regando campos de golf mientras hay fincas que no tienen agua".

Las consecuencias llegan a las casas

Pero las consecuencias de la falta de lluvias de los últimos meses también se están empezando a notar en las casas. En el municipio de La Guancha esta semana se han empezado a aplicar restricciones para el consumo del agua del grifo: no se puede usar ni para beber ni para cocinar. También es una consecuencia de la sequía, los niveles de los depósitos de la zona están demasiado bajos, esto supone que la calidad del agua no es apta para el consumo.

Por eso el Ayuntamiento ha decidido imponer esta prohibición hasta que el agua que procede de las galerías llene de nuevo esos depósitos para poder mezclarla con agua desalada y que así el contenido el flúor sea menor. Mientras, los vecinos tendrán que seguir comprando agua embotellada para poder ingerirla.

Esto supone un trastorno y un gasto económico que no todos pueden asumir. José se queja de que paga el agua dos veces: "Gasto más de 30 euros al mes en agua de botella y lo mismo pago en la factura del ayuntamiento".

Los comerciantes, también afectados

Y lo sufren especialmente los comerciantes. En la cafetería de la Plaza del pueblo esta situación les hace trabajar el doble: "Tenemos que estar pendientes permanentemente de la garrafa de la cafetera porque si se gasta nos puede estropear los aparatos. Además hay que emplear el doble de tiempo en lavar todos los alimentos con agua embotellada, por no hablar del gasto que nos supone", nos confiesa Kimberly, su propietaria.

Entienden la situación porque no es nueva para ellos, ya que esta localidad sufre desde hace años las consecuencias de la escasez de agua. Solo esperan que con esta medida no tengan que soportar cortes en el suministro cuando llegue el calor.

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