DANA

El reto psicológico de superar la DANA siete semanas después de la tragedia: "Tengo la lágrima fácil, necesito salir a flote"

Los psicólogos alertan de que hay que pedir ayuda para procesar y gestionar las emociones del estrés postraumático de forma temprana.

Calle cubierta de lodo y coches amontonados tras la DANA en Valencia.

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María Celsa casi pierde la vida el pasado 29 de octubre. Tiene estrés postraumático. Es vecina de Aldaia, en Valencia, uno de los pueblos más afectados por la DANA: "Estaba sola en mi casa, es una planta baja, el agua entró rápido y lo hizo con fuerza. La tele se me vino encima. Yo pedía ayuda, iba de un lado a otro, pensé que me moría, por fin a las seis de la mañana me socorrieron los bomberos. Y esas escenas no se me borran, tengo la lágrima fácil".

Su caso no es único, hay miles de damnificados por la riada que lo están pasando francamente mal. Es el caso de Susana, una peluquera de Massanassa que perdió su negocio: "Me despierto por las noches, la peluquería se me llenó de agua, yo estaba trabajando, tengo ansiedad y no quiero tomar pastillas. Hay gente que no sabe si volver a poner en marcha su negocio, a mí me ha llegado la ayuda económica de Juan Roig, y con esos 8.000 euros voy a intentar resurgir. Es mi medio de vida, pero tengo miedo".

La labor de los psicólogos

Explica Virginia Carrero Planes, profesora titular de psicología social en la Universitat Jaume I de Castellón: "Estamos ante el síndrome de estrés postraumático que surge o acontece dos o tres meses después de la catástrofe. Para eso es muy importante la intervención cercana, en este caso la labor de los psicólogos de emergencias que trabajan en lo que se conoce como la ventilación emocional basada en expresar, narrar los hechos y liberar emociones. Al igual que las redes, también son esenciales las sinergias entre los propios vecinos que se escuchan y ayudan entre ellos a modo grupal y que conviene potenciar. Ante el pánico, la depresión o la ansiedad hay que actuar e intervenir cuanto antes para evitar que se agraven los síntomas. Hay que aprovechar también los factores de protección a través del apoyo de la familia, amigos o personas que están en la misma situación, que han pasado por lo mismo y nos comprenden y, por supuesto, contar con la ayuda y las recomendaciones de los profesionales".

Marisa es una vecina de Benetusser que vive en planta baja: "había reformado mi casa hace poco, me había gastado 25.000 euros y estaba muy contenta y ahora lo he perdido todo. Tengo depresión, estoy mal. Antes era feliz y ahora no lo soy".

Y es que la DANA ha traído unas duras consecuencias, por un lado las pérdidas materiales, también las personales y cada vez con más frecuencia, secuelas psicológicas que conllevan tristeza e impotencia.

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