Una sentencia que obliga a un padre a seguir pasando la pensión de 500 euros a su hija ha vuelto a levantar la polémica. Con 29 años todavía no ha acabado la carrera de Psicología y tampoco trabaja, por lo que el progenitor ha hecho cuentas: 24 años de pensión, 288 mensualidades y en torno a 100.000 euros después su hija podría haber buscado un trabajo. "Lleva nueve años para una carrera de cinco y todavía no ha terminado", asegura.
"Nosotros hemos recurrido porque tenemos muchos argumentos", afirma el padre, que no entiende el resultado de la sentencia: "No es que lo digamos nosotros, es que lo dice el Tribunal Supremo, que ha creado ese criterio: hijos zanganos, hijos parásitos". En este caso el juez no ha seguido ese criterio y concede a la hija dos años más de pensión, hasta los 31. Apela al desahogo económico del padre, pero hay más aspectos.
"Primero que haya intentando buscar trabajo, que quiera estudiar y esté en edad de estudiar, que no haya podido obtenerlo", dice un juez. El aumento de la edad de quien hacen estas peticiones está convirtiendo sentencias habituales en extraordinarias.
Pero los jueces insisten en que estas sentencias no sientan cátedra: "No significa que cualquier persona con 28 o 30 años tenga ya derecho a alimentos del padre simplemente por pedirlo, tiene que cumplir una serie de circunstancias".