Residuos
Las toallitas húmedas cuestan a los sevillanos 5 millones al año
Cada año Sevilla recoge 755 toneladas de este residuo que tardan un siglo en degradarse. Vecinos y representantes sociales comprobaron en primera persona las consecuencias en el saneamiento público.
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No hay mejor forma para conmemorar el Día Mundial del Retrete, que visitando la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) San Jerónimo en Sevilla y ser testigo de los problemas que generan las “dichosas” toallitas húmedas en el sistema de saneamiento. La visita, fue organizada por EMASESA, la empresa que gestiona el abastecimiento y saneamiento del agua en Sevilla Capital y en otras localidades cercanas. En la jornada reunieron a vecinos, representantes públicos de Sevilla y miembros del Colegio de Administradores de Fincas, para que pudieran ver con sus propios ojos el impacto económico, social y ambiental que provocan estos residuos. Vieron como una excavadora retiraba montañas y montañas de este producto higiénico de una gran tubería.
Las cifras hablan por sí solas. En 2023 recogieron la friolera de 755 toneladas de toallitas húmedas, cuyo tratamiento supuso un gasto de 5 millones de euros a los sevillanos. Estos residuos, según la empresa, además de un perjuicio económico, degradan el gravemente el medioambiente, “pueden tardar hasta 100 años en degradarse y, cuando llegan fuertes lluvias, pueden terminar en riberas, ríos y playas, contaminando el entorno e introduciéndose en la cadena alimentaria”.
Pero el listado de los efectos negativos continúa. Las toallitas generan “tapones y atascos tanto en los bajantes de los domicilios como en las redes generales de saneamiento”, lo que provoca “estancamiento de agua y, por lo tanto, malos olores, problemas de salubridad, inundaciones e incluso cortes en el suministro de telefonía e internet al arrastrar los cables de fibra óptica” advierten desde EMASESA.
Responsabilidad ciudadana ante un problema social
El mensaje es claro y simple: las toallitas húmedas no se pueden tirar al váter, y punto. La ciudadanía tiene que deshacerse de ese hábito para reducir los costes, proteger el medio ambiente y evitar problemas de saneamiento que afectan directamente a todos.
No sólo Sevilla sufre este problema, es un problema mundial. Lejos de disminuir, las organizaciones ecologistas alertan de que el uso de estos productos higiénicos está aumentando y que hay que poner en conocimiento de la población que, aunque etiqueten las toallitas húmedas como biodegradables, realmente no lo son “aunque se anuncien como tal, ya que están fabricadas con microplásticos y, algunas, con microfibras de celulosa”, explica Julio Barea en un post publicado por Greenpeace.
Julio Barea es Doctor en Geología, especialidad de Hidrogeología, Ingeniería Geológica y Geología Medioambiental, por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Gestión y Tratamiento de Residuos por la Universidad Autónoma de Madrid.
Este experto en la materia divulga que “las toallitas arrojadas indebidamente a la red de saneamiento, además de producir atascos, se van desintegrando en micropartículas plásticas (microplásticos) y terminan directamente en nuestros cauces, ríos y mares. Allí, las fibras plásticas de estas toallitas pueden tardar más de 100 años en degradarse en fragmentos aún más pequeños”.
En su artículo titulado "La crisis de las toallitas", Julio Barea alerta, “Estos microplásticos causan graves daños a la fauna marina. Actualmente unas 700 especies de organismos marinos se ven afectados por contaminación plástica. Cada año, más de un millón de aves y más de 100.000 mamíferos marinos mueren como consecuencia de todos los plásticos que llegan al mar, entre ellos los cada vez más abundantes restos de toallitas”.
Por todo ello, la solución a este grave problema ambiental que están generando este producto de higiene solo tiene un camino “desde Greenpeace pedimos que se dejen de utilizar y comercializar. Y que en ningún caso se arrojen por el desagüe”, concluye este experto en gestión de residuos.
Hay que acercarse a una gestión proactiva de las toallitas
Los avances tecnológicos están transformando las depuradoras en “biofactorías” más sostenibles. Durante la visita a la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) San Jerónimo en Sevilla también se explicaron las transformaciones que ya se están aplicando en estas plantas de tratamiento.
Enrique Baquerizo, jefe de división de Producción de EMASESA, señaló que “la empresa se ha adelantado a la nueva normativa sobre tratamiento de aguas residuales cumpliendo con los futuros requisitos de tratamiento, neutralidad energética y recuperación de recursos, entre otros”. Entre las innovaciones que ha destacado están la co-digestión, la hidrólisis térmica y el compostaje avanzado, que apuntan a la economía circular y a la sostenibilidad ambiental.
Además, Francisco José Juan, director de Sostenibilidad e Innovación, presentó el proyecto CREaNDO, que con 17 actuaciones financiadas por el PERTE busca “pasar de una gestión reactiva del saneamiento a una proactiva”, aumentando la resiliencia ante lluvias y mejorando el desempeño de las instalaciones.
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