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Trabajo y amor, ¿una buena pareja?
En las series de televisión nos muestran cantidad de ambientes de trabajo donde las relaciones entre los compañeros son habituales, ya sea enamorándose o teniendo sexo. ¿Es realmente esto cierto?
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Según un estudio de 2018 de InfoJobs, uno de cada tres empleados ha mantenido una relación sentimental en el trabajo. Parece ser que la mayoría de estas relaciones se fraguaron en reuniones o viajes fuera del lugar habitual de trabajo o en eventos de empresa, por ejemplo en las cenas de Navidad, esas que estamos a punto de volver a celebrar tras la suspensión del año pasado.
Según distintos estudios, se necesitan una media de 200 horas para conectar con alguien. Si pasamos un mínimo de 1.680 horas en el ambiente de trabajo con los mismos compañeros, es normal que ese trato sea muy personal y pueda dar paso a una relación sentimental o física. En el espacio laboral compartimos experiencias personales, sentimientos y preocupaciones con compañeros, con los que pasamos más tiempo que con el resto de personas de nuestro entorno.
¿Qué tipos de trabajo fomentan las relaciones sentimentales entre sus miembros? El doctor G.L. Jantz nos da las siguientes claves:
1.- Cuando el trabajo está dirigido a cumplir objetivos y exige un esfuerzo común. Debe haber apoyo y dedicación entre los compañeros.
2.- Cuando el equipo lo forman dos. Un trabajo diario con el mismo compañero compartiendo el espacio y el tiempo da pie a muchas horas de conocimiento mutuo, de enfrentarse a las mismas situaciones, en definitiva, de compartir la vida cotidiana. También favorece la dependencia y la confianza en el otro, base de toda relación amorosa.
3.- La duración de la jornada: si pasamos largas jornadas en el trabajo o después del mismo debemos estar conectados por necesidades del trabajo, lo que también facilita el roce y la relación más personal.
4.- La intensidad del trabajo también parece que tiene una relación directa con la intensidad de las relaciones entre los miembros del equipo.
5.- El compartir el tiempo de trabajo con los mismos compañeros también hace que se conozcan bastante, se comparten confidencias y, si hay afinidad, da pie a compartir tiempo de ocio. Esa confianza personal y laboral puede hacer que busquemos en esa persona a nuestra pareja.
6.- Las opiniones de otros compañeros hacia la buena relación que mantienen dos de ellos puede influir en verse a sí mismos como pareja.
Concluyendo, la suma de horas compartidas, la falta de tiempo de ocio para conocer a personas externas, la intensidad de algunas profesiones, el sentimiento de compañerismo o, incluso, la erótica del poder –si hablamos de atracciones con cargos superiores–, suelen ser algunos de los motivos más comunes que desembocan en amor.
¿Qué consecuencias puede conllevar el enamorarnos de alguien de nuestro trabajo?
Estas pueden ser positivas, como aumentar nuestra productividad porque el ambiente laboral es más placentero y excitante, o compartir la totalidad de nuestra vida con el otro, viviendo juntos problemas, retos e ilusiones, fortaleciendo el vínculo del amor.
También puede tener efectos negativos, entre otros: poner en peligro nuestro puesto de trabajo. Aunque en España legalmente no está prohibido que dos personas que trabajen juntas puedan tener relaciones afectivas, es verdad que la empresa puede tomar medidas, como, por ejemplo, realizar cambios o ajustes que impacten en el status y sueldo de los afectados.
Además, se puede no disfrutar realmente de la relación, por comentarios de los colegas sobre nosotros, o por llevarnos los problemas de casa a la oficina y viceversa, así como por falta de espacio propio dentro de la pareja
Por mi experiencia tratando con parejas, pienso, no obstante, que hay trabajos donde estar con la persona que amas es ideal. Me refiero, queridos lectores, a las empresas familiares, pequeños negocios donde se apuesta todo el capital económico y humano para lograr un beneficio a veces efímero y muy trabajado. En este caso, la confianza y la comprensión que se necesita para sacar adelante los proyectos debe ser máxima y ¿quién si no tu pareja te la puede dar?
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Por Alicia López Losantos, psicóloga y socióloga
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