Se cierran las clarisas

Última plegaria antes de la marcha de las últimas clarisas del histórico Monasterio de Pedralbes

Las clarisas Sor Inmaculada, Sor Pilar y Sor Isaura deberán abandonar, bajo la ordenanza de la Iglesia, el Monasterio de Pedralbes el próximo 15 de febrero por "su avanzada edad y la falta de relevo generacional"

Última plegaria antes de la marcha de las últimas clarisas del histórico Monasterio de Pedralbes

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Las tres monjas que hasta ahora han custodiado el Monasterio de Pedralbes afrontan con tristeza su marcha. Sor Inmaculada, Sor Pilar y Sor Isaura han recibido la noticia de la Orden de Santa Clara de abandonar el convento en los próximos días, poniendo fin a la presencia de las monjas que han estado durante 700 años en este histórico enclave barcelonés.

Desde el anuncio de la decisión, vecinos del barrio de Sarriá, han intentado frenar su partida con diversas protestas, aunque sin éxito. Ahora, a sus 90, 73 y 66 años, las hermanas deben dejar el que ha sido su hogar durante décadas para trasladarse al convento de Vilobí d’Onyar, en Girona, donde serán acogidas por otras hermanas a partir del 15 de febrero.

“Con tristeza, pero con esperanza”

En un comunicado, las monjas expresan su tristeza, pero también su gratitud por todo lo vivido en el monasterio. “Nos ha dado tanto y hemos recibido tanto de nuestra amada ciudad”, explican. Sin embargo, su avanzada edad y la falta de relevo generacional han hecho inviable su permanencia, ya que se exige que deben convivir en el monasterio un mínimo de 5 clarisas.

El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ha afirmado que el Ayuntamiento no tiene potestad para revertir la decisión, pero ha mostrado su deseo de que algún día puedan regresar.

Un monasterio con 700 años de historia

Fundado en 1326 por la reina Elisenda de Montcada, el Monasterio de Pedralbes ha sido hogar y refugio de monjas clarisas durante casi 700 años. Aunque su marcha marca el fin de una era, las tradiciones vinculadas al monasterio seguirán vivas, como la costumbre de llevar huevos a las monjas para pedir que no llueva día de la boda.

Las hermanas, conscientes de la situación, afrontan el cambio con resignación y responsabilidad. “Hace tiempo que vemos las limitaciones de nuestra comunidad, formada por personas de edad avanzada y sin relevo generacional”, admiten.

A partir del 15 de febrero, su nuevo hogar será el convento de Vilobí d’Onyar, donde continuarán su vida religiosa en compañía de otras hermanas. Un adiós que deja huella en la historia de Barcelona.

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