El teletrabajo se ha convertido en la alternativa más eficaz y segura en estos tiempos de pandemia del coronavirus. Pero tiene sus inconvenientes. A veces son gatos que se cuelan, otras son hijos ante la dificultad de separar vida laboral y doméstica y muchas veces ha puesto en evidencia a más de uno.
Un mundo de videoconferencias
Que la pandemia del coronavirus ha cambiado nuestra forma de trabajar ya lo sabemos pero que no todos estaban preparados para ese cambio también.
Conectarse no siempre es coser y cantar y estos meses también nos están regalando todo tipo de contratiempos cuando nos toca ponernos serios para trabajar desde casa.
Las mascotas
Las mascotas son las reinas en colarse y reclamar todo el protagonismo. Aunque no todo el mundo es igual de paciente. Algunos se las arreglan en las videoconferencias para convertirse ellos mismos en las mascotas. Felicitaciones para ese filtro tan conseguido. Y para otros el mal rato se podría haber evitado con cerrar un poquitín el encuadre.
Por colarse en las videoconferencias se cuelan hasta terremotos: miren este pleno de Santa Fe, en Granada hace dos semanas. Sólo hay que ver las caras de pánico de los concejales.
Pero para plenos polémicos por videoconferencia este de Torrelavega, en Cantabria. Ese concejal decide ducharse en el turno de ruegos y preguntas y olvida apagar la cámara.
Ya hay que tener tino, o mala suerte para que la cámara se quede enfocando durante la videoconferencia justo lo que ven. Por arriba a la derecha no dan crédito.
Estos meses de la crisis del coronavirus también nos han dejado situaciones más inocentes pero que también te meten en el apuro en mitad de la videoconferencia. Todo un clásico la entrevista de este profesor en la BBC. Suerte que mamá andaba cerca.