La ONG Gastronomía Solidaria lleva seis años trabajando con jóvenes delincuentes y preparándoles entre fogones. Ocho de cada diez encuentran luego trabajo en restaurantes y logran cambiar de vida porque todos mantienen la esperanza de reinsertarse en la sociedad gracias a unas clases de cocina.
Tres de estos beneficiarios son tres jóvenes que quieren cambiar de vida. Freiti confiesa que ha estado metido en peleas de bandas y de barrio con "machetes y todo", Moja cuenta que llegó a España tras estar entre las ruedas de un camión seis horas y Rafa asegura que es inocente de un juicio del que está pendiente.
Gracias a estas clases de cocina han dejado las malas calles y su profesor explica que se debe a que otros amigos ya pasaron por sus manos con anterioridad y se lo recomendaron.
De hecho, ocho de cada diez jóvenes que han participado en este proyecto han encontrado trabajo. Por ejemplo, Maicol, que estuvo año y medio en la cárcel por apuñalar a una persona durante una pelea entre bandas, ha encontrado trabajo tras aprender en la escuela.