Llegan buenas noticias desde el hospital Carlos III. En la quinta planta un joven muestra sonriente por la ventana un cartel con su temperatura. No tiene fiebre, el mejor síntoma de que no está contagiado.
Mientras, una planta por encima, los especialistas atienden a Teresa Romero, la enfermera que sufre ébola. Justo debajo, su marido espera aislado en otra habitación. Junto a Romero, hay 16 personas ingresadas por haber tenido algún contacto con un enfermo de ébola.