“Me cogieron entre tres hombres y me pegaron, me destrozaron el pómulo y la nariz”. Lo cuenta Isabel, una mujer que reside en uno de los edificios abandonados del barrio de Palavea, en A Coruña, en el que los vecinos viven atemorizados por varias familias 'okupas' . “Yo ocupé este piso, porque pagué a una mafia 250 euros por el alquiler. Luego llegaron ellos, y tuve que tapiar las puertas del resto de inmuebles para que no se metiese nadie”.
Ella vive entre escombros, en un portal sin luz ni ascensor, plagado de pintadas y en donde se puede leer con claridad “casa ocupada”. Denuncia que no tiene recursos, por eso llegó a su situación actual, pero pide a quienes ocupan que lo hagan de un modo pacífico.
Salimos de ese edificio y comprobamos que los cinco colindantes están también abandonados. Fueron propiedad de una constructora que cayó en quiebra, después de una entidad bancaria y ahora de los okupas.
Pese a que la ocupación existe desde hace ya varios años, en estos últimos meses “hemos visto ya de todo aquí”, dice una de las vecinas.
Tras la puerta de su casa, sin mostrarnos el resto, una tercera residente de esta zona de A Coruña nos cuenta que anoche entraron en la casa de su vecino, intentaron “sacarle a patadas y con barras de hierro. Hoy ha ido al hospital”, dice.
En la zona la demanda es colectiva: Necesitan más presencia policial, echar a quienes han ocupado las viviendas pero, sobre todo, una mayor seguridad. “Cada vez que denuncias a un okupa sabes que al día siguiente van a ir a por ti. Saben dónde vives, entran y te agreden”, sostiene otro vecino desde la puerta contigua.
Un situación desesperada para más de las 50 personas residentes en el barrio de Palavea, en A Coruña.