Consumo pan
Las ventajas para nuestro organismo de congelar el pan antes de su consumo
Lejanas quedan ya esas largas colas en la panadería para comprar el pan, ¿es bueno comer pan congelado? A priori puede parecer una medida de urgencia, pero lo cierto es que ya es habitual en casi todos los hogares, y además es más saludable, si se siguen las pautas que nos dan los expertos.
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La ingesta media de pan por persona es de unos 27 kilos al año, sin embargo algo ha cambiado en los hábitos de consumo con este producto alimenticio casi básico en nuestra dieta.
Las prisas del día a día y la falta de tiempo nos empujan a congelar el pan. El ajetreado ritmo de vida que llevamos nos obliga a ser prácticos, ya no salimos a comprar el pan todos los días. Ahora la tendencia es hacer acopio de barios panes y congelar para ir consumiéndolo según nos apetezca.
Esto es un hecho, así nos lo confirma también Edwin Ybarra, propietario de una panadería en Alcobendas, (Madrid): "Ya no se forman las colas de antes en la panadería, ahora la mayoría de los clientes compran en gran cantidad y lo congelan, compran lo suficiente como para una o dos semanas. Lo piden cortado para congelarlo e ir sacando las rebanadas según les apetezca".
Sandra Moriño, nutricionista, nos da las claves de por qué es bueno congelar el pan antes de su consumo: "Cuando congelamos el pan, ese almidón que contiene se transforma en almidón resistente, y eso significa que pasa íntegro a nuestro aparato digestivo produciendo butirato o ácido butírico que es un anti inflamatorio natural".
Le tomamos el pulso a la calle para saber si el consumidor, generalmente, deja que el pan se descongele de manera natural una vez que lo ha sacado del congelador. La mayoría no lo descongela, directamente lo mete en la tostadora, por eso la nutricionista advierte: "Cuando calentamos el pan sin haberlo descongelado previamente, y lo sometemos a temperaturas superiores a 130 grados, el almidón resistente rompería su estructura y volvería a convertirse en un almidón normal".
Se han realizado estudios que apuntan a que congelar y descongelar el pan redujo en un 31% la cantidad de azúcar en la sangre en dos horas. También tostar el pan fresco redujo el aumento de glucosa en un 25%. Y ya en el caso de congelar y luego descongelar el pan fresco para posteriormente tostarlo, reduce un 39% el azúcar en sangre.
Consumir el pan congelado también influye para reducir el hambre, ya que los niveles de glucosa e insulina no aumentarán tanto.
El almidón resistente ayuda también a reducir el colesterol y se puede encontrar en otros muchos alimentos como las patatas, la pasta y el arroz basmati. Otra de las grandes ventajas del almidón resistente es que proporciona nutrientes a los microbios que viven en nuestro colon. Así las bacterias liberan sustancias químicas que recubren el colon y que nos ayuda a sostener un metabolismo saludable.
Congelar es práctico y saludable si se hace bien, pero en el fondo no hay nada como comer pan recién hecho, todo un placer para el paladar.
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