Envejecimiento
Vivir de alquiler acelera el envejecimiento biológico incluso más que fumar o estar en paro
Se ha publicado un estudio, con datos recogidos en Reino Unido, en el que se demuestra que las personas que habitan una casa que no es de su propiedad envejecen a mayor velocidad.
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El envejecimiento es un proceso natural propio de los seres humanos que depende de diversos factores. Para llevar a cabo una medición de este fenómeno se suele atender a la metilación del ADN (intervención de ciertas moléculas en el envío de señales entre las neuronas de nuestro cuerpo).
Estas interrupciones no tienen ningún tipo de relación con nuestra edad. Están condicionadas por nuestras costumbres, nuestro estilo de vida y por el entorno social en el que nos solemos mover. Dentro de los mucho elementos que hay que tener en consideración se encuentra nuestro domicilio. Y según un estudio publicado por la revista 'Jurnal of Epidemiology and Community Health' vivir en una vivienda alquilada aumenta considerablemente nuestra velocidad de envejecimiento.
Los resultados de la investigación dirigida por la doctora Amy Clair, del Centro australiano de Investigación sobre Vivienda, también confirman que no tener en propiedad la vivienda en la que se habita nos afecta más que estar desempleados frente a tener trabajo, e incluso, más que fumar.
A estos hallazgos hay que añadirle las consecuencias que supone la preocupación por la imposibilidad de pagar el alquiler, o en su defecto, el retraso en el abono de este. Sin dejar de lado el riesgo que se puede asumir como consecuencia de la mala seguridad de la vivienda o la propia contaminación de esta, tanto interna como externamente.
El envejecimiento no es el único aspecto de la salud que se ve afectado por el estado de la vivienda. Según un estudio publicado en 2022 por la misma revista, la subida de los precios de los alquileres y de las propias viviendas también tiene malas consecuencias para nuestro organismo.
La solución, dice el estudio, son acciones políticas encaminadas a reducir el estrés y la incertidumbre relacionadas con el alquiler, tales como acabar con los desahucios o limitar los precios.
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