Procesionaria
Vuelven las procesionarias: cómo actúan, por qué son peligrosas y qué hacer si te rozan
Esas orugas que siempre caminan en fila pero que pueden causarnos un enorme disgusto en forma de urticaria.

Publicidad
Salimos al campo con una larga pértiga que lleva unas tijeras de podar profesionales en su extremo. Eudaldo González Rosa, entomólogo y especialista en plagas de la empresa ECONEX, va a mostrarnos cómo desprender los nidos de procesionarias que observamos por decenas en los pinares del Puerto de Guadarrama y en La Jarosa, en la Sierra de Guadarrama.
Con ayuda de la pértiga, se sitúa junto al nido y acciona las tijeras desde varios metros abajo, a pie de tierra, tirando de una cuerda. Cuando el nido cae, acudimos a abrirlo con unas tijeras de podar y guantes. Y ahí están: las procesionarias que aún permanecen en el bolsón de seda que, durante todo el invierno, las ha protegido manteniendo una temperatura media de entre 11 y 14 grados, a pesar de las heladas del exterior.
Eudaldo nos explica que es así como logran sobrevivir a los fríos inviernos de montaña. Aunque, cada vez, les cuesta menos: están conquistando cotas más altas gracias al cambio climático, que eleva las temperaturas medias incluso en zonas elevadas.
Podría ser una estrategia de camuflaje para parecer una serpiente frente a los depredadores
José Ramón González Pan, vocal del Colegio de Ingenieros Forestales, nos comenta que las orugas bajan del bolsón por los troncos de los árboles siempre en fila, comandadas por una hembra. Su estrategia es enterrarse hasta el verano, momento en el que habrán evolucionado a mariposas. Una vez en el aire, los machos son capaces de captar las feromonas de las hembras a un kilómetro de distancia.
Eudaldo González también nos advierte de que es mejor no acercarse a las procesionarias, ya que sus pelillos urticantes pueden provocar una fuerte reacción alérgica. En niños, podría derivar en una reacción irritativa grave, y en perros —si las rozan con las mucosas, especialmente la boca— la inflamación de la lengua o la glotis podría hacerles perder la capacidad de respirar y causarles la muerte.
Lo que Eudaldo resalta especialmente es que, si nos rozan, nunca debemos frotar la zona afectada, sino enjuagarla con abundante agua para eliminar los pelos urticantes.
Los pelos de las procesionarias pueden volar por el aire y dañarnos aún sin tocarlas
Es importante saber que ni siquiera hace falta tocarlas para sufrir sus efectos. Cuando las orugas se sienten amenazadas, sueltan al aire esos pelos urticantes, que pueden quedar flotando y ser transportados por el viento hasta rozarnos. Por eso, lo mejor, si las vemos, es mantener la distancia.
Por último, José Ramón González Pan destaca lo difícil que es erradicarlas: pueden enterrarse sin ser detectadas durante hasta cuatro años, y luego salir a la superficie en forma de mariposa, habiendo sorteado todas las fumigaciones. Aun así, su fase más peligrosa —la de oruga— dura pocos días en la superficie. Para el mes de mayo, ya habrán vuelto al subsuelo.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y no te pierdas la última hora y toda la actualidad de antena3noticias.com
Puedes ver el informativo completo 'Noticias Fin de Semana' en Atresplayer.
Publicidad