Reconocimiento facial

El reconocimiento facial, un dilema abierto entre seguridad y privacidad

Los sistemas de reconocimiento facial se están extendiendo en los últimos años mientras se debate sobre su uso por entrar en colisión, especialmente en Europa, con la protección de datos de los ciudadanos.

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Los sistemas de reconocimiento facial están cada vez más extendidos en ciudades de todo el mundo y amenazan con convertirse en un elemento más de nuestro paisaje urbano. Londres, Nueva York o Shanghái son algunos ejemplos de grandes urbes donde las autoridades recurren a su uso para vigilar sus calles y detectar a delincuentes.

Sin embargo, como es de esperar con una tecnología de estas características, la polémica camina de la mano con su desarrollo. En la urbe más poblada de EEUU, por ejemplo, una reciente investigación de Amnistía Internacional documentó la presencia de más de 15.000 cámaras para rastrear a gente, de las cuales 3.500 estaban en intersecciones de Manhattan, más de 8.000 en Brooklyn y casi 3.500 en el Bronx.

"Esta extensa red de cámaras puede ser utilizada por la policía para un reconocimiento facial invasivo y amenaza con convertir a Nueva York en una ciudad orwelliana", sostiene Matt Mahmoudi, investigador de Amnistía Internacional sobre inteligencia artificial y Derechos Humanos. En su contra también juega los errores de detección como el que sufrió un hombre afroamericano en Detroit hace unos meses.

Precisamente, en el debate entre privacidad y seguridad, Europa y los países occidentales son los más reticentes a perder la primera en favor de la segunda. "Nunca gozas de anonimato, ya asistas a una protesta, camines por un barrio concreto o simplemente vayas de compras. Tu cara puede ser rastreada por tecnología de reconocimiento facial que utiliza imágenes de miles de cámaras colocadas por toda Nueva York", remarca Mahmoudi.

Identificación biométrica

Pero, ¿cómo funciona el reconocimiento facial? Esta tecnología se combina con un software automatizado de identificación biométrica, gracias a lo cual es capaz de identificar la identidad de una persona mediante la comparación y el análisis de los modelos, formas y proporciones de sus rasgos y contornos faciales. Además, en los últimos años su evolución pasa por combinarlo con tecnologías que permiten el análisis de voz y movimiento.

En España, la ley es bastante proteccionista. El Reglamento general de protección de datos prohíbe el tratamiento de los datos biométricos dirigidos a identificar de manera unívoca a una persona y son ciertas aplicaciones sin las garantías adecuadas las que pueden suscitar problemas y comprometer este tipo de información.

A pesar de ello, cada vez son más las empresas que prueban estos sistemas de reconocimiento para determinadas acciones internas como el control de entradas y salidas de trabajadores. Uno de los últimos en sumarse ha sido el Atlético de Madrid, que anunció que implementará la detección facial en el Wanda Metropolitano.