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CON FUNCIONES PRÁCTICAS

La robótica adquiere instinto animal

A diferencia de los animales, estos robots no se cansan, no envejecen y no se hacen daño. Para fabricarlos, los científicos echan mano de la naturaleza. Intentan copiar los movimientos de guepardos, perros o lagartijas.

Al joven Matt se le ocurrió un buen día crear su robot araña. Dicho y hecho. Seguramente lo único que le falte a su arácnido robotizado es crear su propia telaraña. A Big Dog, como le han bautizado sus creadores, sólo le falta ladrar y algo de pelaje. Es un cuadrúpedo robotizado o, más sencillo, un Gran Perro capaz de transportar gran cantidad de material en terrenos de difícil acceso.

Cheetha es más rápido. Está inspirado en el guepardo. No se cansa, ni se estresa, sólo corre. Es el robot más veloz del planeta. Si nos adentramos en un mundo más pequeño, nos encontramos con la pulga de arena, un robot de 11 libras que se conduce como un coche teledirigido; es capaz de saltar más de diez metros y siempre cae bocarriba. Ideal para incendios, rescates, terremotos...

RHex es un rata de alcantarilla o, mejor dicho, una cucaracha. No le teme a nada: roca, barro, arena, vegetación... Su función: buscar cualquier problema en tuberías, deshagues... Y RiSE es el trepador perfecto. Nada se le resiste. Sus patas son garras que se adaptan a cualquier superficie. A juzgar por su rabo podríamos compararlo con una lagartija.

 

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