SALUD Y BELLEZA
Mamoplastia: ¿cuándo deberías reducir tu pecho?
La última encuesta realizada por la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética, las cirugías mamarias representan el 40,1% de las casi 400.000 operaciones de estética que se hicieron en España en 2018.
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España es el 12º país con más intervenciones de cirugía plástica y medicina estética en el mundo, según cifras del informe anual de la International Society of Aesthetics Plastic Surgery (ISAPS).
Estas cifras se han multiplicado por cuatro desde 2010, y aunque los aumentos de senos siguen llevándose la palma, las reducciones mamarias están cada día más extendidas entre mujeres de todas las edades.
“Unas mamas demasiado grandes pueden afectar decisivamente a la calidad de vida por numerosos motivos, de manera que cada vez son más las mujeres que deciden someterse a una reducción. Encontramos desde chicas jóvenes a otras que no lo son tanto, y que acaban tomando la decisión después de mucho tiempo pensando en hacerlo, pero sin atreverse”, señala Carlos Gullón, cirujano plástico y socio director de la clínica Femm, en Madrid. El doctor asegura que este tipo de cirugía “Es una de las más satisfactorias, puesto que no solo se consigue una mejoría estética, sino también una mejoría física notable, puesto que la mujer se siente descargada y muchísimo más ligera”. El doctor recuerda, en este sentido, que las mamas grandes afectan considerablemente a la calidad de vida, puesto que “No solo pueden causar desviaciones en la columna y dolores de espalda, sino que también resultan molestas a la hora de hacer ejercicio o de desempeñar algunas actividades del día a día”.
Las molestias en la espalda en casos de mamas grandes suelen comenzar a una edad temprana. “Es habitual que cuando se empieza a manifestar el problema, cosa que suele ocurrir en la adolescencia, muchas mujeres empiezan a corregir la postura, echando los hombros hacia delante con la idea de esconder las mamas. Esto suele dar lugar a dolores y desviación de espalda, tanto por el propio peso de las mamas como por la postura que se adopta sin querer”, explica Gullón.
Pese a que no se puede establecer una talla estándar para hablar de mamas grandes, el doctor afirma que a partir de una copa D se puede considerar que la mama es “Ligeramente grande”. Sin embargo, es importante tener en cuenta factores como la complexión física de la mujer, puesto que la talla debe tenerse en cuenta siempre en función del resto del cuerpo. El doctor asegura que en Femm, las reducciones de mama suponen alrededor de un 5% del total de intervenciones y recuerda que es una operación bastante habitual. “No hay que olvidar que en casos de gigantomastias, muchas de ellas se operan por la Seguridad Social, de manera que no todas llegan a las clínicas privadas”, dice.
La intervención de reducción de mamas requiere un día de ingreso hospitalario y alrededor de un par de semanas de baja, en el caso de trabajos sedentarios, y cerca de un mes para los trabajos físicos. Pese a que es una operación segura con un altísimo grado de satisfacción, no hay que olvidar que es también una intervención delicada, “Que se puede complicar si no se hace bien”, explica el doctor. “No hay que olvidar que los tejidos se movilizan, de modo que hay que hacer un diseño muy preciso de lo que se va a hacer, ya que se puede producir necrosis en la piel, puesto que no solo hay que reducir la mama, sino recomponer una nueva”. El doctor recuerda que en fumadoras la operación es más arriesgada, puesto que el tabaquismo impide que la sangre irrigue bien a los tejidos mamarios, de manera que es necesario dejar de fumar al menos seis semanas antes de la intervención y al menos un mes tras ella.
Generalmente no es necesario utilizar implantes de silicona para la reconstrucción mamaria, aunque en algunos pocos casos sí que se emplean para garantizar un resultado mejor. Las cicatrices se encuentran generalmente alrededor de la areola, de la areola hasta el surco mamario o en el propio surco mamario. Gullón explica que las cicatrices se tratan “Mediante métodos biológicos y físicos, de manera que apenas son perceptibles a los seis meses de la operación.
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