CUIDA TU PIEL
Psicodermatología: Así afecta tu mente al estado de tu piel
La psicodermatología es una disciplina que estudia la relación entre mente y piel, mostrando cómo el estrés y la ansiedad pueden desencadenar inflamaciones, acné y envejecimiento prematuro. Al mismo tiempo, los problemas cutáneos afectan el bienestar emocional, creando un ciclo vicioso. Cuidar ambos aspectos es clave para una piel y mente saludables.
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El estrés y la ansiedad son dos de los grandes villanos de la salud mental y física en la actualidad, y lo que muchos desconocen es que estos factores psicológicos también tienen un impacto directo en la salud de la piel. La psicodermatología, una disciplina médica relativamente nueva, explora precisamente esta conexión, revelando cómo nuestras emociones pueden desencadenar y agravar problemas cutáneos.
¿Qué es la psicodermatología?
La psicodermatología se enfoca en el estudio de la relación bidireccional entre la mente y la piel. No solo investiga cómo el estrés, la ansiedad y otros factores emocionales pueden afectar la piel, sino también cómo las afecciones cutáneas, como el acné o la psoriasis, pueden impactar el bienestar mental. "La piel y el sistema nervioso están estrechamente conectados desde el desarrollo embrionario", explica Estefanía Nieto, directora dermocosmética de Medik8, resaltando que esta relación íntima es lo que permite que nuestras emociones influyan tanto en nuestra piel.
¿Cómo afectan el estrés y la ansiedad a nuestra piel?
Cuando enfrentamos situaciones estresantes, el cuerpo responde liberando neuropéptidos, neurotransmisores que activan una respuesta inflamatoria. Esta inflamación puede manifestarse de diferentes formas en la piel, desde granos y enrojecimiento hasta brotes de acné severo. "El estrés es un proceso inflamatorio que afecta profundamente a la piel. Cuando una persona experimenta tanta tensión, su sistema nervioso se altera y libera neuropéptidos, que envían señales al sistema inmunitario, desencadenando una respuesta inflamatoria", explica Mireia Fernández, directora dermocosmética de Boutijour.
Además, el estrés estimula la producción de cortisol, una hormona que aumenta la actividad de las glándulas sebáceas, creando un ambiente propicio para el acné. A largo plazo, esta respuesta inflamatoria puede dañar la función barrera de la piel, haciéndola más susceptible a irritaciones y a la aparición de manchas. "En situaciones de estrés, la piel puede responder con hiperpigmentación debido a la producción excesiva de melanina", añade Marta Agustí, directora dermocosmética de Omorovicza.
Un ciclo vicioso
El impacto del estrés en la piel puede crear un ciclo vicioso: la aparición de problemas cutáneos como acné o envejecimiento prematuro puede afectar negativamente el estado emocional de una persona, lo que a su vez perpetúa el ciclo de estrés y deterioro cutáneo. Isabel Reverte, directora dermocosmética de Ambari, lo describe así: "Esa tensión lleva a una piel apagada, envejecida y con brotes de acné, lo que a su vez puede afectar negativamente el estado emocional de la persona, perpetuando el ciclo".
Sin embargo, lo contrario también es cierto. Cuidar la piel puede mejorar nuestro estado emocional. "Si te ves bien, liberas hormonas del bienestar, como la serotonina, y esa liberación produce que tu piel esté mucho mejor", apunta Raquel González, directora técnica de Perricone MD.
Romper el ciclo
Afortunadamente, hay formas de acabar con los efectos del estrés en la piel. Mantener el equilibrio del microbioma cutáneo con probióticos, utilizar ingredientes adaptógenos como los hongos, y practicar la aromaterapia con esencias como la lavanda o el vetiver, son estrategias efectivas. "Un microbioma saludable actúa como una barrera protectora y mejora la salud en general", señala Sole Urrutia, directora nutricional de Advanced Nutrition Programme.
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