MELENA
Razones para pasarse a los champús sin sulfatos y cómo elegirlos
¿Alguna vez has sentido una sensación de ‘pelo estropajo’ nada más lavarte el pelo? Es porque tu champú contiene sulfatos.
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Aunque no los veamos, los sulfatos se encuentran en la mayoría de los productos de limpieza y aseo personal. Se emplean principalmente para generar espuma y reducir la grasa. El problema cuando se trata de champús es que, estos agentes limpiadores tan potentes, pueden llegar a provocar rojeces, irritación y sequedad extrema, tanto en el cabello como en el cuero cabelludo, dejando esa desagradable sensación de ‘pelo estropajo’ incluso cuando acabamos de salir de la ducha.
Sin duda, lo mejor es optar optar por productos que no incluyan sulfatos en su composición. Elegir champús naturales puede salirnos algo más caro, pero siempre serán más seguros y menos agresivos para nuestra piel.
“Los sulfatos están demonizados en el mundo de la cosmética. Son agresivos tanto para el pelo como para el cuero cabelludo, altamente irritantes y responsables de que la coloración capilar, sea menos duradera”, explica Víctor López, de la firma norteamericana California Mango. “Por si fuera poco, este componente altera la secreción de sebo, lo que genera más caspa y picor. Por ello, cada vez más se reduce su uso en la elaboración de champús”. Es el caso de esta marca vegana, ecológica y libre de crueldad animal, cuyos champús están exentos de sulfatos, gluten o parabenos. “Prescindimos totalmente de ellos y optamos por ingredientes más naturales como el açai, las provitaminas B3 y B5, la proteína de lino o los extractos de mango y hojas de aloe vera”, cuenta su distribuidor en España.
El champú perfecto
Para David Lesur, director de formación de los salones David Künzle, el champú ideal debe ser siempre natural, pero también estar en asociación con la ciencia molecular: “Debe incluir vitaminas, proteínas, filtros UV y otros componentes que mejores la calidad del cabello y traten la necesidad específica de cada caso, además de ser respetuosos con el medio ambiente”.
Le secunda Sonia Atanes, directora del salón madrileño de taninoplastia SAHB: “No sólo hay que evitar determinados ingredientes, sino que debemos cambiar el champú según la época del año y observar lo que necesita nuestro cabello en cada momento: protección, volumen, nutrición, elasticidad o hidratación”.
Cuidado con la letra pequeña
Para que no nos den gato por liebre, Atanes advierte que deberíamos poner atención a la información del envase antes de comprar un champú: “Hay que saber interpretar las etiquetas de los productos, fijarse por ejemplo en la durabilidad de un envase abierto (un pequeño dibujo de un bote con los meses puestos encima) o en los ingredientes y el orden que llevan en el código INCI (etiqueta). Cuanto más al principio está, mayor cantidad en su composición. De esta forma, podemos valorar su calidad”. También hay que evitar, añade el experto, “el hidróxido de sodio, un agente muy agresivo”.
El mejor amigo del cabello graso
“Los champús sulfate free son especialmente eficaces en cabellos muy grasos o excesivamente grasos, pues evitan el efecto rebote y generador de más grasa de los sulfatos”, aclara el representante de California Mango. “Se reconocen fácilmente porque no generan espuma y no suelen oler demasiado”. Aunque, en realidad, son aptos para todo tipo de cabellos. “El único pero que les podríamos poner es que puede perderse algo de volumen”. Un hándicap que desaparece cuando el cabello se acostumbra al lavado sin sulfatos.
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