TE DAMOS LAS CLAVES PARA DISFRUTAR DE LA QUE ES LA TAPA POR EXCELENCIA
Cocina unas croquetas más ligeras con estos consejos y olvida el remordimiento
De jamón, de cocido, de bacalao… Las croquetas se han convertido en la tapa perfecta para muchos y en una forma deliciosa de aprovechar esos pedacitos de pollo que sobraron ayer o los restos de cocido del miércoles. ¿Quién puede resistirse a este divino bocado que convierte las sobras en una exquisita delicia? Atento a estas recomendaciones para incluir croquetas a tu dieta sin sentirte mal.
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Es raro que, cuando te ofrecen una, la rechaces. Será su crujiente envoltura o su cremoso relleno, quién sabe. Cuando pides esa copa de vino estás deseando que el camarero traiga un par de estos bocados para acompañar. Cuando compartes mesa con otros quince comensales y nadie se pone de acuerdo en los platos para compartir, ¿qué se acaba eligiendo? unas buenas raciones de croquetas. Irresistibles hasta el punto de quemarte la lengua, porque eres incapaz de esperar a que se enfríen. Para los niños, para los mayores, para todos. ¿Por qué una simple bolita de bechamel envuelta en pan rallado se convierte en un maravilloso manjar?
Origen francés
Desgraciadamente, nosotros no tuvimos el placer de inventarla. Este bocado nació en la corte del rey francés Luis XIV en el siglo XVII. Su nombre se deriva de la onomatopeya francesa ‘croquer’, que en nuestro idioma se puede traducir por crujir. De ella aparece el término ‘croquette’, y a nuestro país llegaron unos años más tarde, recibiendo el nombre que aún conservan. Solo nos queda agradecer a ese cocinero real que apuntara una receta que se ha convertido en la tapa perfecta para muchos, además de una forma deliciosa de aprovechar esos pedacitos de pollo que sobraron ayer o los restos de cocido del miércoles.
Pero, ¿engordan?
Una de las preguntas más repetidas sobre este plato. Por los ingredientes que incluye, la croqueta no es un alimento especialmente calórico. Carne o pescado, leche, harina, pan rallado, aceite de oliva… son productos que nos aportan nutrientes y son esenciales en nuestra dieta. ¿Dónde está el problema? Las calorías aumentan de manera considerable cuando las echamos en la sartén. Antes de freírlas, una croqueta de unos 30 g puede aportarnos alrededor de 60 kcal. Pero al terminar de cocinarlas ascienden hasta 100 kcal. Entonces, ¿tenemos que despedirnos de ellas? Nunca.
Más ligeras
Cómo ya hemos dicho antes, ni se debe ni se puede renunciar a este delicioso alimento. Así que te ofrecemos soluciones para que puedas incorporarlas a tu dieta sin sentir remordimientos o retrasar tu objetivo de deshacerte de ese par de kilos. Primero, siempre caseras, nunca precocinadas. Si las hacemos nosotros mismos estaremos evitando gran cantidad de grasas poco saludables que nos aportan los productos procesados. Segundo, echemos un vistazo al relleno. Para disminuir su contenido en grasa podemos sustituir la leche entera por la desnatada, elegir carnes magras o verduras y evitar el queso.
¿Te atreves con el horno?
La clave de transformar la croqueta en un bocadito muy ligero es la forma de cocinarlo. Deja la sartén o la freidora a un lado y pásate al horno. Después de rebozar la masa, colócalas en una bandeja forrada con papel vegetal. Puedes pintarlas con un poco de huevo para que tengan esa tonalidad dorada que tanto nos gusta. Precalienta el horno a 200ºC y cocina durante unos 20 minutos, girando las croquetas a mitad del proceso, para prepararlas de forma uniforme. Cuando adquieran ese color dorado tan característico, estarán listas. ¡Crujientes y exquisitas!
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