No serían aptos para diabéticos
Los engañosos productos sin azúcar: pueden contener fructosa o endulzantes
El manido uso de la etiqueta 'sin azúcar' está dando lugar a muchas malinterpretaciones. Ojo con el azúcar escondido en muchas recetas
Publicidad
Con esto de las intolerancias, las alergias y, porque no decirlo, las modas, nos encontramos a diario con cartas que remarcan entre sus ofertas el "sin" o "free".
De hecho, hay que hacerlo, no se trata de un capricho del local en cuestión, sino que existe una normativa que así lo exige. Pero muchas veces, el "sin" o el "free" cae en un abuso. Me explico. Hemos visto muchas cartas, sobre todo en estos nuevos locales que presumen de healthy food en las que el "sin azúcar" está a la orden del día. Hasta ahí bien. El tema es que no se dan más detalles ni se especifica qué quiere decir exactamente sin azúcar, provocando confusión.
El sin gluten, el sin lactosa o el sin frutos secos parece evidente y no da lugar a dudas. Pero ¿qué ocurre cuando ante un pastel hecho con dátiles, plátano y coco te indican que es "sin azúcar"? Pues que no es cierto, porque un pastel como ese ¡¡es una bomba!!. Azúcares tiene y muchos y es ahí donde se cae en la mala información por querer subirse al carro de la comida sana, sin darse cuenta de que, aunque el tentador trozo de tarta esté elaborado con productos ecológicos y endulzantes naturales, no deja de ser un producto prohibitivo para muchos, como por ejemplo los diabéticos.
La guerra contra el azúcar blanco refinado empezó hace tiempo y se hizo más visible cuando empezaron a publicarse estudios sobre la cantidad de azúcar que llevaban muchos refrescos, zumos y alimentos procesados. Los datos son realmente escalofriantes si tenemos en cuenta que el consumo de azúcar no aporta prácticamente nutrientes y hacerlo de forma desmesurada (y muchas veces inconsciente) puede llegar a provocar obesidad, altera nuestro sistema hormonal y crea adicción, poniéndonos de mal humor cuando nos falta. Si indagamos un poco más, la lista de sus perjuicios parece hacerse infinita.
Enseguida empezaron a buscarse azúcares naturales que sustituyeran al refinado y nos permitieran seguir comiendo los tan ansiados dulces. Una gran lista empezó a emerger y aunque muchos eran ya conocidos, se relacionaban con elaboraciones puntuales o incluso con remedios medicinales caseros, como es el caso de la miel.
Es posible que uno de los grandes beneficiados de este combate haya sido el azúcar moreno, posicionándose como la primera opción y la más popular para sustituir al azúcar de toda la vida, pero enseguida fueron saliendo otro tipo de sucedáneos que nos llegan de todas partes del mundo.
La estevia, por ejemplo, una planta que no aporta calorías y es apta para diabéticos tuvo su momento de gloria que poco a poco fue desinflándose por aportar sabor y por rodearse de cierta polémica al llevarla al estadio de milagrosa por sus cualidades cuando no era tanto; el azúcar de coco, muy utilizado en el sudeste asiático o el jarabe de agave extraído de la raíz de la planta homónima son algunas de las alternativas por las que optan muchos cocineros abanderados del healthy food para sus tentadores desayunos o meriendas.
Utilizar este tipo de sustitutivos está muy bien y es muy coherente para todos aquellos que se preocupan de su tener una alimentación lo más sana, natural y equilibrada posible. Pero debe indicarse con total transparencia que azúcar llevan. Y mucha. Porque os puedo asegurar que un pastel hecho con dátiles, plátano y aderezado con miel es casi veneno para los que deben inyectarse insulina. Sabemos que la intención es buena, pero no vale la excusa de decir que es evidente, es obligación del cocinero, pastelero o repostero dejar muy claro que eso de "sin azúcar" según como, es un bulo. Cada cosa tiene su nombre, llamémoslas por él.
Publicidad