NO ES INOCUO, QUE NO TE ENGAÑEN
Estos son los motivos por los que deberías dejar de masticar chicle
No tiene calorías, en muchas ocasiones nos ayuda a combatir la ansiedad y hacer burbujas es bastante díver. Pero, ¿de verdad no pasa nada por masticar chicle? Pues claro que pasa.

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1- Los chicles con azúcar no solo engordan, sino que además propician la formación de caries. No aportan absolutamente ningún nutriente, sino solo una cantidad de calorías vacías que son, justamente, lo que más desaconsejan los nutricionistas.

2- La solución es, pues, masticar chicles sin azúcar. Craso error. Muchos chicles sin azúcar contienen sorbitol, una sustancia que si se consume en exceso puede ocasionar diarreas crónicas y dolor estomacal. Otros edulcorantes artificiales, presentes en este tipo de chicles, han sido cuestionados repetidamente por diversos estudios científicos en los últimos tiempos, de manera que conviene moderar su consumo. El único edulcorante recomendado es el xilitol, que procede íntegramente de la madera del abedul. Mucho cuidado, pues, con los supuestos beneficios de lo light, pues a menudo puede ser peor el remedio que la enfermedad.

3- Perjudica la mandíbula. Obviamente, no va a pasar nada por masticar algún que otro chicle de vez en cuando, pero el exceso de movimiento provoca un deterioro en la mandíbula que puede tener efectos a medio y largo plazo: se desgastan los cartílagos y las articulaciones.
4- Provocan migrañas. El movimiento de masticar constantemente provoca un uso excesivo de ocho músculos que conectan con el cerebro. Esta actividad puede provocar dolores de cabeza, que a menudo no sabemos de dónde vienen. Si eres un 'chicleadicto' prueba a frenar durante una semana y es muy probable que tu dolor de cabeza crónico mejore.
5- Tienen gran cantidad de aditivos absolutamente innecesarios. No es que no estemos comiendo nada, sino que en una simple pastilla de chicle estamos consumiendo aspartamo, colorantes, lecitina de soja, goma de mascar, edulcorantes artificiales, sorbitol y otros ingredientes artificiales que no nos aportan absolutamente nada.
6- No solo no evitan el mal aliento, sino que te impiden conocer sus causas. Lo único que hará un chicle es "disfrazar" momentáneamente el mal aliento, de manera que nos pasemos la vida poniendo parches en lugar de buscar la solución al problema. El mal aliento tiene múltiples causas, y la mayor parte de veces se puede corregir.

7- Es conveniente buscar maneras más saludables de calmar la ansiedad. Sabemos que es complicado, pero es un reto buscar nuestra propia manera de enfrentarnos a esos momentos de ansiedad y estrés que nos paralizan y nos invitan a masticar chicle compulsivamente. Investiga nuevas técnicas de relajación, busca la tuya propia y empieza a introducirla la próxima vez que el cuerpo vuelva a pedirte tu dosis de chicle. El más puro sentido común nos lo dice: ¿qué sentido tiene masticar durante horas un trozo de goma? Ninguno.
8- Más gases. Al masticar de forma constante, vamos a provocar que entren gases en nuestro estómago, lo que puede provocar molestias intestinales en mayor o menor medida.

9- No es sostenible. Lo tendrás en la boca media hora pero va a tardar un lustro en descomponerse. Y no, no se tiran al suelo.

10- Por suerte, entre los motivos para dejar de masticar chicle no se encuentra la clásica leyenda urbana a la que la mayoría hemos temido en algún momento de nuestra infancia: no se pegan a las paredes del estómago y tampoco vamos a morir si nos tragamos uno. Además, entre sus beneficios destaca que la producción de saliva, si consumimos chicle justo después de comer durante no más de media hora, contribuyen a neutralizar los ácidos de la boca y, por tanto, a prevenir las infecciones bacterianas. Un pro entre tantos contras que, en realidad, casi nadie cumple. ¿Quién es capaz de comer chicle únicamente durante un rato tras la comida? Además, teniendo en cuenta que no aporta nutrientes, no es biodegradable y contiene aditivos, ¿no es mucho mejor eliminarlo de la dieta?
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