LA TOMATINA ES UN JUEGO DE NIÑOS A SU LADO
Las fiestas gastronómicas más friquis del mundo
Los impulsores de estas curiosas festividades gastronómicas que encontramos por el mundo plantan cara a la máxima de que con la comida no se juega. Y demuestran, una vez más, que la realidad es perfectamente capaz de superar la ficción en la mayoría de casos.
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1- Festival del Mono (Monkey Buffet Festival). Esta excentricidad se celebra en la localidad tailandesa de Lopburi, a unas tres horas al norte de Bangkok, y es una manera de atraer el turismo en la zona y de rendir homenaje a un animal de culto: el mono. La fiesta es tan sencilla como efectiva: el templo tailandés de Prang Sam Yot se convierte en el escenario de un festín en que se ofrecen cuatro toneladas de comida y golosinas a los macacos del lugar, a quienes se cree, por aquellas inmediaciones, descendientes del dios Hanuman.
2- Festival del Queso Rodante. Hay cosas que solo ocurren en Inglaterra, concretamente en el distrito de Gloucester el último lunes de mayo. Es la fecha en que se celebra la llamada Fiesta del Queso Rodante, una festividad que data de 1836 y consiste en lanzar un queso de cuatro kilos por una colina empinadísima y dejar que los participantes compitan por atraparlo. La cosa es tan sumamente cafre y la colina tan empinada que, generalmente, algunos participantes acaban con piernas y brazos rotos, de manera que se colocan ambulancias en la falda de la colina para atender a los lesionados.
3- Gran Fiesta de la Calçotada de Valls. Esta cebolla originaria de Cataluña, que se come con las manos, con un babero puesto y acompañada de salsa romesco, tiene en la ciudad de Valls su centro neurálgico. Aquí se celebra esta fiesta que constituye todo un homenaje al calçot y que tiene su momento friqui en el popular concurso de comer calçots, que consiste, básicamente, en contar cuántos pueden engullir los participantes en 45 minutos. El ganador de este año, que para más inri no era de Valls sino de Lleida, se metió entre pecho y espalda nada menos que 115.
Pero atención, porque este concurso tiene tras él una historia maravillosa, y es que en las ediciones de 2010 a 2014 ganó siempre un armario llamado Adrià Wegrzyn, un tipo que destila una condescendencia infinita hacia el mundo del calçot, y que el primer año llegó de resaca ante la estupefacción de las gentes de Valls, que esperaban que ganase un oriundo. La cosa es que Wegrzyn se imponía año tras año al candidato local para indignación de los habitantes de Valls, que tuvieron que aceptar resignados que un barcelonés chulillo mancillase su concurso.
4- Batalla del vino de Haro. En La Rioja, cómo no, se celebra esta fiesta que tiene al vino como protagonista. Se celebra el la localidad riojana de Haro el 29 de junio y consiste en lanzarse vino entre los asistentes hasta que todo el mundo queda absolutamente empapado. La cosa empezó como nos imaginamos: en esas fechas de tanto calor, los jarreros almorzaban, exhaustos, tras la romería, hasta que a uno de ellos se le ocurrió la feliz idea de lanzar vino directamente de la bota a su compañero. Una cosa llevó a la otra y así fue cómo surgió esta festividad que tiene algunos ejemplos similares en España. En Betanzos, por ejemplo, en la provincia de A Coruña, la popular fiesta de Os Caneiros es también un bautizo de vino en toda regla.
5- Festival de la Langosta de Maine. A algunos les sonará esta curiosa festividad gracias al magistral 'Hablemos de langostas' de David Foster Wallace, un compendio de trabajos periodísticos de diversa índole que incluye una crónica divertidísima y al tiempo terrible sobre las aventuras del autor en Maine durante el festival. Además de la degustación de langostas, existen diversas actividades relacionadas con este animal: desde la carrera de captura de langostas hasta los desfiles y la elección pública de la llamada Diosa del Mar (Sea Goddess).
6- Festival Gastronómico de Insectos Comestibles. Gusanos, hormigas, larvas de abeja, escarabajos, alacranes, escorpiones y cucarachas son algunos de los insectos que pueden saborearse en Morelia (México) el segundo fin de semana de noviembre, nada menos que dos días destinados a probar diferentes platos elaborados a base de insectos.
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