Cuidado con tu forma de cocinarlas
Si fríes así las patatas es tan dañino COMO FUMAR
Aparentemente inocentes, las patatas fritas pueden ser malas para tu salud... si no las cocinas bien.
Publicidad
Patatas fritas. Vale, todos estamos de acuerdo en que engordan, ¿y? ¿Algo más? Somos muchos los que ya tenemos claro este punto, pero, aparte de eso, no eramos conscientes de que podían ser agresivas contra nuestra salud. Lo cierto es que unas buenas patatas fritas no tienen por qué ser tan malas pero unas malas son pésimas. Todo depende, cómo siempre, de cómo las cocinemos. Ojo si las fríes como te contamos a continuación, porque entonces son peligrosas.
Los aceites vegetales pueden ser cancerígenos. Hace un par de años, unos cuantos expertos se pusieron de acuerdo en señalar que el aceite de maíz, al ser sometido a temperaturas elevadas, libera altas concentraciones de sustancias tóxicas. "Ah, no pasa nada porque yo uso de girasol", diréis. ERROR. Porque esto también pasa con el aceite de girasol. Esas sustancias tóxicas, llamada aldehídos, pueden provocar enfermedades como el cáncer o la demencia. Casi nada. Mejor apostar por el de oliva o incluso por la mantequilla.
Reutilizarlos no es una buena idea. Volvemos a los aldehídos. Como ya hemos visto en el punto anterior, calentar el aceite a determinada temperatura hace qu hagan su aparición. Aunque algunos son volátiles, otros se quedan en el aceite ya usado. Eso provoca que, al reutilizarlo, estos aldehídos puedan incorporarse a las patatas fritas y acabar interfiriendo con hormonas y proteínas del organismo, lo que puede derivar incluso en enfermedades. Como ya os imaginaréis, estos no pasa a una escala tan grande cuando se trata de aceite de oliva.
Mejor no pasarte con el dorado. Vamos a suponer que has elegido un aceite de oliva de calidad. Ahora toca enfrentarse a otro problema gordo: el de la acrilamida. Esta sustancia aparece cuando freimos alimentos con almidón a demasiada temperatura y está comprobado que es cancerígena, al menos en experimentos con ratones. Por eso, es mejor apostar por unas patatas fritas doradas, pero no demasiado tostadas. Es decir, mejor amarillitas que anaranjadas o, por supuesto, negruzcas. La acrilamida hace su aparición cuando hay una temperatura demasiado elevada o cuando se fríen durante mucho tiempo.
Resumiendo, ¿cuál es nuestra recomendación? Elegir siempre un aceite de oliva de calidad, filtrarlo para quitar impurezas y grasas y no reutilizarlo más allá de lo razonable. Siguiendo estas tres indicaciones, podríamos asegurar que sí, que las patatas fritas engordan, pero poco más... Eso sí, si las queréis clavar y que queden de rechupete, seguid estas indicaciones.
Publicidad