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Latte art: así se prepara un café bueno y bonito
El arte está en todas partes, sólo hay que saber verlo. Si en los años 20 del siglo pasado un tipo nos convenció de que podía estar en un váter, quién se atreve a negar que ahora podemos encontrarlo, sólo hay que saber mirar, en un café con leche. Bienvenidas sean las nuevas vías de expresión. Bienvenido Latte-Art.
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Teniendo en cuenta que en el mundo se realizan campeonatos peculiares de toda índole (nuestro favorito es el de eructos ruidosos, cuyo merecidísimo récord mundial lo ostenta un inglés capaz de emitir un sonido gutural absolutamente estremecedor), no es de extrañar que el Latte-Art, o el arte de elaborar dibujos en el café con leche, tenga ya todo un universo alrededor que incluye concursos, premios y toda la parafernalia imaginable. Perros, gatos, ositos y otras virguerías lácticas pueden protagonizar ahora nuestros cafés con leche si nos encontramos con un barista creativo.
Y es que el barista, dicen, es el nuevo cóctel-man. Como ha ocurrido con cervezas artesanas, gin-tónics o vermús, el café vive una época dulce, si nos permiten la expresión, que ha convertido a los baristas (no confundir con camarero: el barista es el experto en café, el que cata, investiga, saborea, crea y elabora con conocimiento de causa) en los nuevos gurús de todos aquellos que aman un buen café casi tanto como un buen gin-tónic.
Con un barista de raza nos fuimos a hablar para que nos hiciese un café con filigranas, y nos encontramos con ciertas reticencias a la parafernalia que rodea el Latte-Art. Carlos Moral, barista y formador del Instituto del café de Castelldefels (Barcelona), un templo dedicado al universo del café en toda su magnitud, no simpatiza demasiado con convertir el Latte-Art, una técnica que merece todos los respetos, en pasto de Guiness de los Records cutre para que los chinos, tan fans de lo kitsch, puedan lucirse haciendo su particular versión lechera de la Capilla Sixtina.
Carlos nos explicó algunos trucos sobre el café, nos recomendó cafeteras y nos preparó tres cafés con leche elaborados bajo los preceptos del Latte-Art. “Sólo tienes que pintar en el café con la leche como si fuese un lienzo”, explica. No digan que no es bonito.
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