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PORQUE HACES ALGUNA DE ESTAS 10 COSAS

¿Por qué estoy gordo si tampoco como tanto?

Probablemente todos hemos presenciado en algún momento de nuestras vidas alguna escena en que alguno de nuestros familiares pronunciaba, derrotado, la frase '¿por qué estoy gordo si tampoco como tanto?' ante un cochinillo del tamaño de la Torre Eiffel. Es cierto que hay quien no acaba de tener claro el concepto "mucho" en referencia a la nutrición, pero también lo es que hay mucha gente que, efectivamente, come más bien poco y sin embargo no consigue perder esos kilitos. Si eres uno de ellos, ¿cuáles de los errores de esta lista estás cometiendo?

gato gordo

No entiendo el porqué de esta figura oronda. Cocinatis

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1- El aceite de oliva. Tú eres una máquina de comer ensaladas, pero, claro, para que estén buenas tienen que llevar su correspondiente chorro de aceite de oliva. Mucho cuidado con él: 100 g de aceite de oliva rondan las 900 calorías, y aunque es cierto que no consumimos tanto para aliñar una ensalada, también lo es que cualquier exceso va a repercutir directamente en tu figura. La ensalada es, de hecho, la más engañosa de las comidas supuestamente ligeras, ya que en muchas ocasiones a esa lechuguita o rúcula que, efectivamente, tienen muy pocas calorías, acabamos añadiéndole aceite para un regimiento, algo de quesito y un puñado de frutos secos. Pues ya tendrás un plato que a nivel calórico puede ser perfectamente superior a un buen plato de pasta o arroz con verduras.

2- Las salsas. Se suelen elaborar con aceite, nata o mantequilla, y por más que acompañen a un guiso de excelente pollo de corral o de alguna carne magra que no tenga una barbaridad de calorías, estaremos consumiéndolas acompañadas de una deliciosa salsita. Cuando se trata de perder peso, lamentablemente sólo hay una opción: plancha, horno o vapor. Si se trata de mantener la figura y no de perder peso podemos ser más laxos, pero si la cosa es reducir cintura, está claro: adiós salsas.

3- Repostería. Aunque parece una perogrullada, es cierto que muchos aficionados a la bollería creen que por merendar un pequeño trozo de bizcocho o tarta acompañado de un café con leche no va a pasar nada. Y es cierto, insistimos, si se trata de mantener. Si la cosa va de perder, hemos de tener en cuenta que un donut ronda las 300 calorías, y que si encima lo tomamos a media tarde, cuando ya no vamos a estar activos, es una auténtica bomba de relojería. De nada servirá, pues, haber comido discretamente durante el día si completas la jornada con un trozo de bizcocho, ni siquiera si es casero: lleva azúcar y mantequilla igual.

4- No desayunar. Desengañémonos: las personas que salen de casa sin desayunar o que pueden pasar hasta mediodía con un simple café, suelen comer más en la segunda mitad del día, especialmente en la cena. Y eso es un error. Concentrar la ingesta de calorías en las primeras comidas del día nos hará llegar a la cena sin tanta hambre sin tener que sufrir, ya que ésta es, con diferencia, el ágape que más nos engorda.

5- Las cañitas. Mucha gente que, efectivamente, come poca cantidad, no es consciente de la cantidad de calorías que está regalando al cuerpo con las dos cañitas que se toma tras el trabajo, que además suelen ir acompañadas de una bolsa de patatas chips (a compartir, sí, pero y qué). Puede que después ni siquiera cenes, o que comas un simple yogur o una pieza de fruta, pero las cañas habrán aportado todas las calorías que quieres evitar. Siempre será mucho mejor que evites este tentempié, esperes a la hora de cenar y cenes un buen plato de verdura con alguna carne o pescado a la plancha, aunque tengas la sensación de estar más lleno y de haber comido más.

6- El alcohol y los refrescos azucarados. Ese zumo de naranja de bote que tomas por la mañana porque te da pereza sacar el exprimidor es azúcar en estado puro, y el vino, los gin-tonics o el refresco de cola que te tomas porque te sientes medio mareado y crees que te ha bajado la presión tienen muchísimas calorías. Ellos van a neutralizar los efectos del puré de verduras que te traes entre manos.

7- El queso. Los muy queseros lo son hasta la médula y no conciben pasar un día de su vida sin degustar su manjar favorito. Si eres de esos, no sabes que tal vez ese trocito de gorgonzola que comes sobre una tostadita tras tus verduras a la parrilla y tu dorada al horno es una auténtica bomba de relojería calórica. Los quesos son altamente calóricos y muy grasos, a no ser que comamos únicamente queso de Burgos, y son capaces de estropear cualquier dieta, literalmente, de un solo bocado. Por poner un ejemplo, ¿sabes cuántas calorías tienen 100 g de parmesano, que un amante del queso se los zampa en un plis plas? Nada menos que 431. Así pues, ese risotto de brócoli y espinacas con arroz integral que te preparas a menudo tal vez sea más sano, sí, pero te está engordando más que una hamburguesa. Y así podríamos seguir con otros quesos muy populares, desde el Emmental hasta cualquier manchego.

8- El picoteo “mientras”. Sí, tú te preparas un puré de puerro y calabaza con una gotita de aceite pero mientras te lo calientas en el microondas te comes medio salchichón y dos rebanadas de pan de molde. La gente que se pega esos atracones que no parecen atracones antes de comer suele hacerlo porque llega con hambre a la comida. Suelen ser personas que no comen nada desde el café y los cereales del desayuno y, cuando llegan las 3 de la tarde, tienen un hambre canina, que hace que ataquen la nevera mientras se cocina o calienta la cena sin apenas darse cuenta de las calorías que han comido. Así pues, si al final vas a pegarte un atracón de queso mientras se hace la pechuga de pollo, más te vale merendar o comer a media mañana un bocadillito de pechuga de pavo con pan integral, que va a engordarte mucho menos que tu tentempié y, además, te hará llegar a la cena con menos ansiedad.

9- El deporte, claro. Y es que al final lo que uno come es siempre relativo, ya que nos hará engordar o adelgazar en función de si lo quemamos o no. El ritmo de vida sedentario hace que necesitemos muy pocas calorías para subsitir, así que si eres de los que se pasa el día sentado y coge el coche hasta para ir al baño es probable que cualquier exceso se note en tu físico.

10- Ay, la tele. La fiebre de las series y pelis en casa hace que quien más quien menos tenga sus provisiones de frutos secos, pipas, helados o chocolatinas que comemos como si nada mientras apuramos un par de capítulos de nuestra serie favorita. Esos ágapes, generalmente nocturnos, son enemigos a muerte de nuestra figura, ya que son altamente calóricos y además solemos consumirlos por las noches, bajo la manta, justo el momento del día en que no vamos a quemarlos.

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