A la de ya
Siete hábitos alimenticios que deberías cambiar inmediatamente
¿Comes directamente patatas de la bolsa o cereales del paquete? Es solo uno de los siete hábitos que deberías cambiar a la de ya.
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Es posible que pienses que llevas una alimentación equilibrada, que comes de una manera saludable y que eres un ejemplo de nutrición perfecta. Olvídate: por mucho que trabajes en alcanzar el ideal, siempre habrá pequeños errores que cometes sin darte cuenta y que te están lastrando. Aquí van 7 que deberías abandonar lo más pronto posible.
Nunca comas directamente de la bolsa o del paquete. Oh, no, no, NO. Coger la bolsa de patatas fritas y ponértela a la altura de la boca para ir echándotelas para dentro como si fueras un hámster es garantía de que vas a comer más de la cuenta. Además, este hábito suele ir unido a comidas poco saludables. Mejor echa en un bol o en un plato una porción y una vez que te la termines piensa si necesitas más...
No soltar los cubiertos mientras comes. Hay una regla casi básica en todas las dietas que consiste en soltar los cubiertos entre bocado y bocado. De esa manera, no solo comeremos más despacio, sino que masticaremos mejor lo que tenemos en la boca. Además, si invertimos un mayor tiempo en acabar con el plato, más saciados nos sentiremos y menos cantidad necesitaremos.
Dejar la verdura o la ensalada para el final. El viejo truco: especialmente en platos combinados tendemos a comernos primero lo que nos resulta más apetecible para dejar los ingredientes más "sanos" para el último arreón. ¿El resultado? Que solemos abandonar en el plato los vegetales sin tocar, mientras que las patatas fritas y la carne roja sí que viajan felice hasta nuestro estómago. Si invertimos el orden, ganaremos en salud.
Comer delante de pantallas... Es una de las tendencias actuales más peligrosas. Ya sea la tele, la tablet, el ordenador o el móvil, si practicamos este hábito es muy probable que comamos más de la cuenta y que lo hagamos demasiado rápido. Al fin y al cabo, estaremos prestando más atención a ese vídeo tan gracioso del gatito gruñón o a esa repetición del gol de CR7 que a lo que tenemos en el plato.
Dejar la comida basura a la vista. Aunque hayas comprado un tarro supermegacuqui para poner en tu cocina chucherías, ositos de gominola o cualquier otra guarrerida azucarada, no debes de posicionarlo en un lugar visible. Mételo en un cajón, escóndelo en un armario o camúflalo en un estante. Si la tentación está a la vista, es más fácil que caigamos en ella (sí, la vida va de esquivar tentaciones, ASÚMELO YA).
Saltarse el desayuno. Es cierto que los nutricionistas andan a vueltas con que quizá (solo quizá) el desayuno ya no sea la comida más importante del día, pero una cosa es sobrevalorarlo y otra muy distinta pasar ya de él como de un apestado. Hay estudios que explican que las personas que desayunan siguen una dieta más equilibrada y toman más vitaminas, fibra y minerales al cabo del día. Así que... ya sabes.
Atracones 'emocionales'. Quizá una de los hábitos más difíciles de abandonar es ese que, ante un revés sentimental, una discusión en el trabajo o un golpe de mala suerte, nos empuja a refugiarnos en la comida. Además, rara vez nos arrojamos en los brazos del brócoli; tendemos más a hacerlo en un gigantesco bote de helado o en un bol rebosante de palomitas. ¿Y si, en lugar de zampar, escribimos, damos un paseo o escuchamos música? Por probar...
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