El truco para perder peso de los japoneses que no requiere ni dieta ni ejercicio

Atkins, Perricone, paleo... Muchas son las dietas que hemos seguido a lo largo de nuestras vidas y muchos los fracasos que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida. ¿Quién nos iba a decir que comer solo los días impares, hacer el pino cuando se ingieren hidratos o silbar mientras se bebe cerveza no iban a ser métodos de fiar? Los misterios del cuerpo humano, amigos. Ahora la 'dieta del aliento' nipona amenaza con revolucionar la pérdida de peso.

¿En qué consiste? estaréis preguntando mientras cogéis papel y boli para apuntar. Pues bien, todo lo que tenéis que hacer es colocar vuestro cuerpo, inhalar durante tres segundos y exhalar durante siete segundos.

Y ya.

¿CÓMOR? Pues así os lo decimos. Este truco no tiene nada que ver con al alimentación ni el gimnasio. Se trata sencillamente de hacer este ejercicio de respiración durante solo dos minutos el día. ¿Cuál es el secreto? Pues tiene que ver con el aliento y una explicación científica.

El secreto de esta técnica de reducción de la cintura reside en nuestro aliento. Al inhalar, el oxígeno que respiramos se adhiere a nuestras células de grasa y las divide en carbono y agua, que luego exhalamos como dióxido de carbono. Cuanto más oxígeno inhalemos, más grasa quemaremos al exhalar. Además, este truco no solo ayuda a perder peso, sino que también permite fortalecer los músculos del cuerpo y aumentar el metabolismo, según los expertos.

Ya sé lo que estaréis pensando. Que esto es un fake de la vida. Pues nada de eso. Resulta que hay un estudio publicado en 2014 en el Britih Medical Journal que apoya que con este sistema se pueden perder hasta 400 gramos al día. Además, el actor japonés Miki Ryosuke ha afirmado que estos ejercicios le han ayudado a perder más de 13 kilos y 12 centímetros de su cintura en unas pocas semanas.

Lo que dice el artículo es que las excreciones de nuestro cuerpo, ya sean expiraciones o fluidos, permiten librarse de las calorías. Eso sí, nada de dejar en manos de nuestra respiración todo el trabajo, porque corremos el riesgo de lanzarnos en manos de la dulzaina sin control para luego pensar que con inspirar un ratito todos los días lo hemos solucionado. Que los milagros tampoco existen, demonios.