30 AÑOS DE CARRERA
Diana Navarro conquista el Teatro Real como cantante y empresaria cumpliendo un sueño
La malagueña consiguió agotar todas las localidades del prestigioso escenario madrileño para celebrar su aniversario en la música con "Ya no estoy sola", arropada por una ovación de cinco minutos.

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A veces, los sueños se cumplen. Y si no, que se lo digan a la Navarro, que tantas veces anheló cantar bajo la imponente cúpula del Teatro Real de Madrid. Pero esta meta hecha realidad no es fruto del azar, sino del trabajo duro y de una inversión de la cantante como empresaria con sus propios ahorros.
Con motivo de sus 20 años de éxitos y 30 de trayectoria musical, la artista logró reunir a familiares, compañeros de profesión, amigos y, por supuesto, a su incondicional público, que le ha acompañado cada vez que ha pisado un escenario.
El Teatro Real lleno hasta la bandera, las luces se apagan, y de repente surge una aparición mágica: ahí está Diana, envuelta en el silencio e iluminada como por un halo divino, en mitad del patio de butacas. Ahí está, entre el público, su gente, con empaque de reina y la dulzura que desprende. Siempre entre los suyos, con la humildad y agradecimiento que le caracteriza.
Desde los primeros acordes, demostró su maestría en una amplia gama de disciplinas, haciendo gala de la versatilidad que le ha consolidado como una de las voces más icónicas, prodigiosas y queridas de la música española.
Copla, zarzuela, saeta, flamenco, sus composiciones a las que denomina neocoplas… La noche fue un recorrido emocionante por su repertorio, un viaje a través de las canciones que han marcado su carrera y que, con cada nota, evocaron recuerdos y emociones, tanto en ella como en todos los asistentes.

La calidad artística de la Navarro es indiscutible, al igual que su lado humano. Y como muestra, solo hay que ver la cantidad de compañeros artistas que le acompañan. Siguiendo la estela de su admirada Concha Piquer, la malagueña busca la excelencia en cada uno de sus shows, y siempre se rodea de los mejores, sin miedo a que nadie le pise el poncho. Porque eso es imposible.
Además de dejarnos sin aliento en cada una de sus canciones, nos sorprendió con las colaboraciones de Mariola Cantarero, Marina Heredia, Juan Valderrama, la Banda CCTT del Cautivo de Málaga, trasladando un pedazo de su tierra a las butacas castizas, y un cuadro flamenco formado por La Lupi, Curro de María, Juan Antonio Suárez Cano, Antonio Campos.
El propio Valderrama aprovechó la ocasión para coronarla como "reina y emperadora de la canción española". Y es que, Diana es para la copla, lo que Pablo Picasso para el arte moderno, o Elon Musk para la innovación digital: un soplo de aire fresco que revitaliza el género y lo mantiene vivo. Es el máximo exponente de la copla de una nueva generación que reivindica nuestras raíces.

Durante dos horas, el teatro se convirtió en un templo de aplausos, lágrimas y admiración, confirmando que Diana Navarro no solo es una cantante excepcional, sino un símbolo de entrega, pasión y respeto por la música.
El momento del clímax llegó con una ovación de casi cinco minutos que aguantó con la elegancia de la gran diva de la canción que es, y que ella misma interrumpió para dar las gracias, tras arrodillarse ante su público sobre las tablas del Real.

Siempre digo que la Navarro es "la antifolclórica" por su manera de ser, pero también tiene sus arranques, de esos de las antiguas. Al igual que, en su día, Rocío Jurado se atrevió con una inolvidable interpretación de 'Feelings', la malagueña también cantó en inglés, y se despidió con el tema 'Oh, happy day!'. Sin duda, era uno de los días más felices de su vida, y eso se notaba en todo su ser.
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El legado de Diana Navarro sigue creciendo y este espectáculo demuestra que la artista brilla con más fuerza que nunca. Fue una noche para celebrar no solo los logros de una carrera impecable, sino el vínculo especial que une a Diana con sus seguidores, quienes, una vez más, se rindieron ante su arte. Esos mismos que nunca le han dejado sola.
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