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MUESTRA LAS CICATRICES DE SU PEQUEÑO

El estremecedor relato de Raquel del Rosario sobre cómo logró salvar a su hijo del ataque de un puma

Raquel del Rosario se ha abierto en canal para compartir la estremecedora historia del día en el que su hijo Mael fue atacado por un puma. La cantante ha compartido su relato acompañado de la imagen de las cicatrices que el pequeño tiene tras lo sucedido.

Raquel del Rosario

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Raquel del Rosario compartía a través de sus redes sociales el estremecedor relato de cómo logró salvar a su hijo Mael del ataque de un puma. Un incidente que sucedió el pasado mes de agosto y que la cantante ha compartido ahora junto a la foto de su pequeño en la que se aprecian las cicatrices que le produjeron las zarpas del animal en su espalda.

Todo comenzó cuando el niño fue a buscar fruta al jardín: “El grito que escuché segundos después aún sigue resonando en mi cabeza, al igual que la imagen que vi al girarme. Un puma se había abalanzado sobre él y lo hería ferozmente con sus zarpas”. Y continua: “Inmediatamente dejé de percibir el mundo, aún hoy no logro entender como atravesé el jardín en milésimas de segundo o de dónde provenía la fuerza que me hizo golpear repetidamente al animal con mis puños hasta quitárselo de encima”.

Fue en ese momento cuando apareció su marido, Pedro de Castro, lograron zafarse del animal y meterse en casa para ir inmediatamente al hospital, ya que el pequeño se encontraba casi inconsciente: ““Unos milímetros más y no lo hubiese logrado”, fueron las palabras del doctor. Supe entonces que su ángel no se había ido, estuvo ahí, sosteniendo esos milímetros que separaban la vida de la muerte. Mi corazón se rompió por completo cuando le vi salir de la cirugía. Me invadió el miedo”.

Cuando regresaron a casa se llevaron la sorpresa de que el puma todavía seguía en el jardín de su casa y que, lamentablemente, la ley ordenaba que fuese sacrificado: “Desde la ventana observé como el otro puma que resultó ser su hermano regresaba al jardín acompañado de su madre. Ella se posicionó junto al cuerpo sin vida de su hijo e intercambiamos una mirada de dolor que jamás olvidaré (no se pueden imaginar los sueños que he tenido con ella)”.

Por suerte, la cirugía fue un éxito y tres días después el niño pudo volver a su hogar. Lo más fascinante fue lo que hizo su hijo: ““Mami, ya no voy a volver a por la fruta para que no se enfade el tigre”, me dijo después de dejarle un recipiente con agua en la puerta a modo de disculpa. Sin palabras”.

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