LOS DETALLES DE AQUEL DÍA ESPECIAL
Raphael y Natalia Figueroa, más de 50 años de amor: así fue la boda en Venecia que pretendía ser secreta
Raphael y Natalia Figueroa se casaron en 1972 tras un año de noviazgo y después de negarlo varias veces con el objetivo de que fuera una celebración íntima y en secreto.
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Raphael sigue ingresado en el hospital después de sufrir un accidente cerebrovascular. En el programa Y ahora Sonsoles, de Antena 3, han informado acerca del comunicado emitido por el Hospital Clínico San Carlos en el que descartaban el ictus como causa y en el que explicaban que le tenían que hacer más pruebas para concretar el origen del "proceso neurológico que presenta". El centro hospitalario concretaba también que el artista ha sido trasladado al Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid de Madrid, por petición de la familia, ya que allí es donde tienen su historial médico.
La familia no ha hecho muchas declaraciones sobre el estado de salud de Raphael. Las últimas, las de su mujer, Natalia Figueroa, en las que aseguraba que "está muy bien, resignándose con la cancelación de los conciertos, pero muy bien".
Natalia siempre ha sido un pilar fundamental en la vida del cantante y se ha mantenido a su lado en todo momento durante estos días complicados. Su relación, marcada por más de medio siglo de amor y complicidad, comenzó con una boda que querían mantener en secreto, pero la prensa del corazón se acabó enterando y acabó en las portadas de las revistas. A continuación, vamos a recordar los detalles de ese enlace y el periplo de los invitados para llegar a la ceremonia.
Un secreto que no fue secreto
Raphael y Natalia Figueroa se conocieron a finales de los años 60 en una entrega de premios y, tras un año de novios, llegó la boda. Se casaron el 14 de julio de 1972 en la iglesia de San Zacarías de Venecia. Meses antes, el cantante negaba los rumores de boda, pero en realidad, lo que estaba pasando era que la pareja estaba preparando el enlace en secreto.
Para mantener la discreción, los futuros novios enviaron a sus cien invitados un billete de avión sin especificar el destino y los citaron en el aeropuerto de Madrid. Finalmente, la prensa se enteró y viajaron todos, sin saberlo, hasta Italia. En declaraciones a Vanitatis, Natalia cuenta que ni sus padres sabían el destino hasta el día anterior y que entonces no había un vuelo directo hasta Venecia, así que tuvieron que hacer escala en Roma: "Cuando aterrizaron, los invitados pensaban que nos casaríamos allí... pero el viaje continuó".
Querían casarse fuera de España para evitar "el tumulto, el jaleo y la histeria" y en un sitio "que no estuviera muy lejos y que nos gustara mucho". La idea inicial de hacer algo íntimo se desvaneció y los periodistas fueron invitados de última hora. Natalia explica en el citado medio que se resignaron cuando vieron a la prensa, posaron y les dejaron entrar. Finalmente, consiguieron hacer "una ceremonia preciosa, seria y en calma". El padrino fue el padre de la novia, Agustín Figueroa, y la madrina, la madre del novio, Rafaela de Martos.
El vestido de novia fue diseñado por Herrera y Ollero a partir de una idea de Raphael: "A mí me encantó. Estaba confeccionado en piqué blanco y se inspiraba en los trajes de faralaes andaluces". En el pelo llevaba una flor de organza blanca y, como complemento, una pulsera de brillantes que les regaló el cantante.
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Tras la ceremonia, el banquete fue "en la maravillosa terraza del hotel Danieli" y el menú fue vichyssoise, salmón ahumado, roast beef a la inglesa, tarta nupcial y helado. No hicieron el tradicional baile posterior.
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