VUELTA A LA RUTINA
5 cosas que hay que evitar tras los excesos navideños
En el mes de los nuevos propósitos recibirás por distintos medios todo tipo de propuestas para adelgazar tras la Navidad. En este artículo te prevenimos sobre prácticas ineficaces para sostener en el tiempo unos nuevos hábitos alimentarios.
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El mes de enero es el de los nuevos propósitos. Es por ello, que en estos días es posible que recibas mucha información sobre los beneficios de tal o cuál método o el bombardeo de publicidad de productos que supuestamente te ayudan a adelgazar, a depurarte... Y no es casual que las campañas se realicen en esta época, ya que se aprovecha el sentimiento de culpa que acompaña a muchas personas después de las navidades tras haber empeorado sus hábitos alimentarios, haber bebido más alcohol o haber aumentado de peso.
A continuación, enumeramos 5 propuestas a evitar:
Planes detox
Este tipo de propuestas ya parten de dos conceptos erróneos. El primero es que nuestro cuerpo está intoxicado y por otro lado, que no es capaz de realizar las funciones de depuración por sí mismo como ya te comentaba en este artículo.
No hay evidencia científica consistente que apoye la utilización de las dietas llamadas detox para favorecer la eliminación de toxinas o el mantenimiento del peso. Se trata solo de una propuesta de marketing, carente de beneficios y no exenta de riesgos.
Prohibirte alimentos o grupos de alimentos
Una cosa es plantearnos comer mejor, con flexibilidad, y otra cosa diferente es señalar a alimentos concretos como causantes de una subida de peso, una alteración en las analíticas... Cuando esto sucede no es por consumir alimentos concretos, sino por un cúmulo de circunstancias que pueden haber sido puntuales pero consecutivas en un espacio corto de tiempo o pueden ser hábitos ya instaurados.
En cualquiera de los casos, plantearse no comer alimentos determinados hasta llegar a una cifra determinada lo que va a hacer es aumentar el deseo de consumirlos cuando cumplas ese objetivo, si es que aguantas. Y la idea no es despedirse de alimentos, sino aprender a convivir con todos ellos de una forma más saludable y que no afecte ni a la salud física, ni psicológica ni social.
Usar sustitutivos de comidas
Se comercializan en forma de batidos, barritas, natillas… Con la finalidad de sustituir a una o varias comidas cada día. En el caso de que esa pérdida de peso se produzca, se produce a expensas de no comer.
Sustituir un plato de comida por uno de estos productos suele implicar una reducción del valor energético de la comida. Este efecto de pérdida de peso se produciría igual si en lugar de estos productos sustituyésemos por cualquier otra cosa de menor valor energético que un plato, como ya te comenté en este artículo.
No estamos solucionando unos hábitos alimentarios inadecuados, si es que los había, estamos poniendo un parche temporal evitando comer, pero en algún momento tendremos que volver a hacerlo y los antiguos hábitos seguirán ahí o incluso peor, debido a la ansiedad acumulada de no comer durante un tiempo.
Comer solamente pechuga y lechuga
Muchas personas asumen que comer de una forma más saludable implica renunciar al sabor, que comer mejor es comer todo cocido o a la plancha y por lo tanto hacer elaboraciones más monótonas e insípidas, como si comer simplemente fuese un trámite para quitar el hambre.
Esto es un error porque nunca se puede desvincular la parte hedónica que nos ofrece la comida, sino, no seremos capaces de mantener este tipo de alimentación en el tiempo y acabaremos necesitando buscar este placer en otro tipo de platos, ya sea pasándonos a otro extremo en la alimentación durante el fin de semana, ya sea abandonando el intento de poder mantener unos buenos hábitos en el tiempo.
Hacer cambios drásticos de un día para otro
Si te has planteado mejorar tus hábitos, eso no sucede de inmediato. No es viable pasar de un extremo a otro en un día, porque puede que seas capaz de hacerlo al principio, pero no va a ser sostenible ya que no va a ser un cambio natural y progresivo, sino metido con calzador a base de la mal llamada "fuerza de voluntad".
Los cambios han de ser siempre progresivos y realistas, empezando por los cambios que sean más asumibles en ese momento, y que nunca implique renunciar a nada.
Ten cuidado de caer en pensamientos rígidos todo/nada propios de la mentalidad dieta ("o como bien o como mal") y pide ayuda a tu dietista-nutricionista para que oriente y acompañe en tu proceso de mejora de hábitos alimentarios.
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