PRESIÓN ESTÉTICA
Adelgazar para la boda: Por qué es una mala idea
¿Nuestra mejor versión es nuestra versión más delgada? ¿Tenemos que adaptar la ropa al cuerpo o el cuerpo a la ropa? ¿Es un éxito personal sufrir para adelgazar? ¿Qué va a suceder después de las restricciones?
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De las conductas propias de la mentalidad dieta, probablemente adelgazar para un evento es de las que tenemos más normalizadas. O lo que es lo mismo, poner en marcha el contador de la cuenta atrás, donde cada día que pasa es un día menos que tenemos para llegar a conseguir el cuerpo que nos permita entrar en una ropa determinada, que incluso puede que ya tengamos comprada.
Hemos normalizado pasarnos semanas o meses siguiendo algún plan específico, comúnmente restrictivo, con la finalidad de lucir un vestido durante unas horas de un día. Porque aquí no importa cuál es el proceso para llegar hasta ese cuerpo y da igual lo que sucederá después. Lo único que importa es cómo nos verán las demás personas durante unas horas de un día señalado y cómo quedará ese cuerpo inmortalizado en las fotos para siempre.
Tenemos una fecha marcada, lo que implica un plazo de tiempo para intentar que el cuerpo cambie. Tenemos 6 semanas, 3 meses, 10 días para moldear nuestro cuerpo a una ropa. Y si lo conseguimos, lo consideramos además un signo de éxito personal.
De hecho, muchas personas reforzarán esa idea diciéndonos lo guapas que estamos. Aplaudirán nuestro esfuerzo. Nos creeremos que estamos dando nuestra "mejor versión" en nuestro día especial.
Pero… ¿Nuestra mejor versión es nuestra versión más delgada? ¿Tenemos que adaptar la ropa al cuerpo o el cuerpo a la ropa? ¿Es un éxito personal sufrir para adelgazar? ¿Qué va a suceder después de las restricciones?
Consecuencias de restringir alimentos: Físicas, psicológicas y sociales
El hecho de tener una fecha marcada nos hace poner en marcha conductas restrictivas: realizando dietas donde restringimos cantidades, evitamos reuniones sociales, evitamos grupos de alimentos, incluso los evitamos casi por completo sustituyendo las comidas por batidos u otros sustitutivos de comidas.
A medida que se acerque la fecha, la presión por llegar al objetivo de peso aumentará y en consecuencia, la frustración en el caso de que no se estén cumpliendo los objetivos que habíamos marcado, lo que hará que intentemos acentuar las conductas restrictivas.
Esta presión nos hará llevar a cabo conductas que pueden alterar nuestro metabolismo, empeorar nuestro estado nutricional y sobre todo, empeorar nuestra relación con la comida ya que se irá gestando ansiedad por negarnos constantemente nuestras necesidades: por ejemplo, al evitar acudir a reuniones sociales que impliquen comer, al evitar comer alimentos que nos apetecen, al negarnos el disfrutar, al pasar hambre…
¿Es normal sentir frustración cuando no cumplimos con la dieta?
En el caso de que no se alcance el objetivo sentiremos frustración porque el esfuerzo pasado no se haya visto suficientemente reflejado en un cambio físico y/o sentimiento de incompetencia y culpa por pensar que no nos hemos esforzado lo suficiente.
Y en el caso de que sí se alcance el objetivo, al pasar la fecha, la motivación para mantener conductas restrictivas cesa, se rebaja la presión y es ahí donde se pueden iniciar los atracones o donde podemos aumentar la cantidad y/o frecuencia de consumo de todos aquellos alimentos y elaboraciones que no me había permitido comer antes.
Esto, entre otras cosas, puede llevarnos a recuperar el peso que habíamos perdido. Todo ello nos puede despertar un sentimiento de culpa pensando que es que a lo mejor nos falta la mal llamada "fuerza de voluntad". No nos cuestionamos que simplemente esas ganas de comer y esa recuperación del peso perdido son justamente la consecuencia natural de habernos sometido a restricciones.
¿Sufrir para adelgazar es cuidarse?
Puede incluso que con los años miremos con nostalgia las fotos del evento, y pensemos que qué mal estamos ahora y qué bien estábamos ese día, cuando el cuerpo de ese día no era en realidad nuestro cuerpo ni habíamos llegado hasta ahí precisamente a costa de estar bien.
Ni nuestro cuerpo se puede esculpir a medida ni nuestra valía se mide en centímetros ni en lo mucho que somos capaces de sufrir para estar delgadas. Eso no es lo que nos pone en valor, sino lo que nos aleja de nuestro autocuidado. Es por ello que como sociedad, debemos dejar de reforzar estos mensajes premiando, alabando o felicitando a aquellas personas que lo hacen. Menos aún, motivándolas a hacerlo.
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