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Alimentación en los cumples infantiles: por qué se nos está yendo de las manos
Dulces de distintas clases, aperitivos salados, refrescos, zumos… Analizamos cómo han evolucionado las celebraciones infantiles en los últimos años.
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La celebración de un cumpleaños infantil es su evento más especial del año. Eso no tiene por qué dejar de ser así. Pero las celebraciones infantiles han cambiado mucho en las últimas décadas, y al margen de otros aspectos que podríamos analizar con respecto a esto, hoy vamos a centrarnos en el plano nutricional.
A estas edades, el efecto de la alimentación de sus iguales tiene un gran impacto, tanto positivo como negativo. Si alguien crea un nuevo hábito, las demás familias luego no quieren que sus criaturas se sientan diferentes y poco a poco, se van añadiendo nuevos requisitos en estas celebraciones.
Uno de estos cambios alimentarios en las últimas décadas (al menos en la era pre-pandemia) es el hábito de llevar una tarta para tomar en clase el propio día del cumple y repartir una bolsa con chucherías para cada compi. Esta costumbre se ha convertido casi en una “obligación”, ya que si alguien lo hace así, las demás familias lo harán también cuando les toque para no ser la nota discordante de la clase y que el efecto sea peor.
Cómo se celebran los cumples en el cole
Echemos cuentas. ¿Cuánto alumnado hay de media en una clase? Pongamos que haya una media de 20-25 peques por clase, y que haya unos 15-20 cumpleaños por curso escolar, excluyendo a quienes hayan nacido en verano.
De esta forma, prácticamente cada semana traerán a casa su bolsa de chuches del cole. Y aunque hay centros educativos que tienen en su normativa sobre no traer ningún tipo de alimento en los cumpleaños y tienen otras políticas “de celebración” alternativas, lo cierto es que no suele ser lo más frecuente.
Pero esto no acaba aquí, ya que la celebración de los cumpleaños infantiles se suele hacer también fuera del centro educativo. Es decir, más o menos, se suman otras tantas celebraciones de cumpleaños infantiles al año, a las que sumamos otros cumples ajenos al cole.
Asociación dulce-celebración
¿Y qué tipo de comida hay en estas celebraciones? Lo más habitual es que predominen diferentes tipos de elaboraciones dulces, aperitivos salados y bebidas azucaradas.
En realidad, lo que nos interesa es que disfruten, que jueguen y que se lo pasen bien y que la comida sea algo secundario y no el eje principal de la celebración. Sino, entre otras consecuencias, empezaremos a establecer una asociación entre cierto tipo de productos y bebidas a las celebraciones y a las emociones agradables. De esta forma, en la vida adulta, en las épocas en las que tenemos falta de emociones agradables echemos mano de un tipo de productos y no de otros, en búsqueda de esa sensación de bienestar.
Diferencias con los cumples a otras edades
Vamos a darle la vuelta al asunto y pensemos en la celebración del cumpleaños de una persona adulta. ¿Cuál sería un menú tipo en su celebración de cumpleaños? Probablemente sería algo de comida elaborada, algún plato especial o aperitivos elaborados y de postre, una tarta de cumpleaños.
¿Y si el cumpleaños es infantil? ¿El menú es parecido al de un cumpleaños de una persona adulta? Normalmente ni se le parece. En un cumpleaños infantil en lugar de platos de comida, suele haber chucherías, chocolates, patatas fritas, gusanitos y otros aperitivos salados de bolsa, refrescos, zumos, sándwiches de cremas dulces o de embutidos…. Y luego, la tarta.
¿No tenemos suficiente con la tarta? ¿Por qué en los cumples infantiles les ofrecemos otro tipo de productos de peor perfil nutricional que en los cumpleaños de las personas adultas? ¿Acaso merecen menos?
Si realmente fuera una situación esporádica, no haría falta pararse a pensar en ello, pero no es el caso como acabamos de analizar, y además debemos tener en cuenta que a las celebraciones de cumpleaños infantiles se suman muchas otras situaciones y eventos que llevan asociados el consumo de este tipo de productos.
A contracorriente
La falta de costumbre y el entorno hace que tengamos prejuicios tan arraigados que, por un lado, no se nos ocurran otras opciones alimentarias diferentes, lo que nos lleva a perpetuar los mismos patrones alimentarios una y otra vez; y por otro lado, que aunque se nos ocurran, no nos atrevemos a ser la nota discordante y ser así más fácilmente aceptados en sociedad.
Pero… ¿A dónde nos lleva hacer seguir el curso de las cosas sin hacer ningún cambio de rumbo? ¿Es justo para las futuras generaciones que no han tenido derecho a elegir su educación alimentaria con la que convivirán en la edad adulta?
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