CUESTIÓN METABÓLICA
¿El ayuno afecta a la tiroides?
Si te has planteado practicar el ayuno para que tu cuerpo obtenga energía de la grasa acumulada, debes conocer qué aspectos de la dieta afectan al funcionamiento de tiroides.
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En los últimos meses, parece que el ayuno se ha puesto de moda. Todas conocemos a alguien que se ha sumado a esta tendencia, además de algunas celebrities -como Elsa Pataky- que han confirmado a los medios que la practican desde hace años.
Quizá, una de las principales causas por las que este estilo de vida tiene cada vez más adeptos sea debido a la facilidad con la que puedes abrazarlo, no requiere dietas específicas, pierdes grasa de forma gradual y, si lo sigues correctamente -preferiblemente bajo supervisión médica-, es beneficioso para la salud.
Para aclarar este último punto, especialmente qué relación existe entre el ayuno y el funcionamiento de la tiroides, en NovaMás hemos contado con las explicaciones de la Dra. Andreea Ciudin, endocrina del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Vall d'Hebron de Barcelona.
¿Qué es y cómo funciona la tiroides?
La tiroides es una glándula endocrina, es decir, que "las hormonas que sintetiza van de forma directa a la sangre -a diferencia de las glándulas exocrinas que van directamente a los jugos, por ejemplo los digestivos-", aclara la Dra. Ciudin. La tiroides es una glándula situada en el cuello, justo debajo de las clavículas.
"Fabrica las hormonas tiroideas, que son imprescindibles para la vida, dado que intervienen en el funcionamiento del metabolismo, la salud de los huesos y el ritmo cardiovascular, entre otras muchas funciones del cuerpo", explica la endocrina.
"Las hormonas tiroideas nos ayudan a hacer frente al estrés porque aumentan los latidos del corazón, por tanto, el riego sanguíneo, y acelera el metabolismo, es decir, ayuda a quemar calorías para generar energía”, puntualiza la especialista.
¿Cómo afecta al ayuno a la tiroides?
Cuando una persona ayuna, y su cuerpo no está acostumbrado a pasar horas sin ingerir alimentos, lo interpreta como un estrés metabólico porque le ha quitado la fuente de energía durante un periodo largo de tiempo, por tanto, se ve obligado a sacar energía de su propia grasa y desviar el metabolismo.
"Al cambiar la rutina de la ingesta calórica diaria, la tiroides se altera porque intenta encontrar de nuevo el equilibrio", advierte la Dra. Ciudin. "En cambio, cuando el cuerpo está acostumbrado a un ayuno intermitente, el cerebro le indica a la tiroides que no necesita que produzca hormonas extra que le aporten energía, dado que ya dispone de depósitos de calorías", añade.
En algunas personas con predisposición a tener hipotiroidismo o hipertiroidismo -un desajuste del funcionamiento de la glándula tiroidea- podría tener un efecto negativo, pero en general si se hace bien, no tiene por qué afectar.
Si se alarga el ayuno comenzamos a consumir proteínas para extraer energía, pero esto no es bueno porque se consume músculo. Lo adecuado es hacer 8 horas de ayuno, máximo 11 horas, sin producir ningún tipo de ingesta. La franja horaria adecuada para ayunar es la tarde-noche, porque la misma persona quema 5 veces más calorías desde la 8 a las 19 que desde las 19 al día siguiente.
Tiene más sentido concentrar la ingesta de la comida en el periodo de tiempo que el cuerpo quema más calorías y que se practique el ayuno en el periodo de tiempo que no se quema tanta caloría.
¿Es recomendable el ayuno?
La idea del ayuno es que el cuerpo descanse de la digestión durante un mínimo de 8 horas porque se debe descontar las 3 horas que el cuerpo tarda en digerir la última comida y absorber sus nutrientes.
Practicar entre 8 y 10 horas de ayuno es saludable porque tu cuerpo gasta tu grasa acumulada para producir energía. De este metabolismo resultan los cuerpos cetónicos.
"Se generan cuando el cuerpo extrae la energía de la grasa subcutánea, en tejido adiposo en forma de triglicéridos, una encima los rompe y los convierte en ácidos grasos libres para extraer energía", explica la Dra. Ciudin.
"Los cuerpos cetónicos en grado bajo son buenos porque reducen las ganas de comer, tienen mayor sustrato de energía con mayor rendimiento para el corazón y el cerebro -mayor que la glucosa- y consiguen reducen la inflamación, mejorando el funcionamiento general del cuerpo", advierte la endocrina.
Este proceso es en el que se fundamenta la dieta cetogénica -sin hidratos de carbono, que supone la fuente de energía de mayor rendimiento- y "funciona muy bien a corto plazo porque da niveles altos de cuerpos cetónicos, inhiben el hambre y se quema mucha grasa", aclara la especialista, que posteriormente añade: "a la larga no es sostenible porque altera demasiado el organismo y el cuerpo necesita un 20% de hidratos de carbono", concluye la Dra. Ciudin.
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