SALUD MENTAL

Cambios emocionales en el embarazo

Las mujeres embarazadas viven un mundo de emociones durante todo el proceso de gestación. ¿Se trata de reacciones emocionales influidas por los cambios hormonales o existe algún factor social y psicológico a parte del factor biológico? Lo analizamos en este artículo.

Mujer embarazada que se abraza la barriga

Mujer embarazada que se abraza la barrigaPexels

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El embrazo supone un cambio en el ciclo vital de la mujer en el que experimenta la creación de una nueva identidad. Se trata de un proceso físico, emocional y social que produce distintas repuestas emocionales a lo largo de los 9 meses con el objetivo de alcanzar la mejor adaptación posible una vez que nazca el bebé.

Durante el embarazo existen diversas etapas, diferentes noticias y distintas circunstancias que influyen en cómo responde emocionalmente la mujer embarazada.

La noticia

Desde el momento en el que se recibe la noticia del embarazo se desatan un mundo de emociones. Todo depende de si el niño era esperado o no, de si era el momento adecuado, de la estabilidad de la relación de pareja y de las circunstancias vitales y personales de la madre.

La noticia se recibe, pero también se transmite. Este es otro punto importante que influye en las distintas emociones que siente la madre. Depende de si hay presión externa al recibir la noticia, si a la hora de comunicarla es bien recibida o de si existen terceras personas que buscan influir de alguna forma en las decisiones relacionadas con el tema.

Temor y deseo

Se trata de dos emociones que pueden provocar ambivalencia y que son muy típicas, sobre todo en el primer trimestre. Miedo al rechazo por parte de la pareja o de la familia, así como miedo al sexo.

El miedo también puede generarse por un estado de alerta ante cualquier señal, ya que las primeras semanas son muy delicadas debido a la elevada probabilidad de aborto espontáneo.

Estas emociones también pueden dar lugar a un estado de confusión por el deseo de ser madre y al mismo tiempo el sentir el deseo de no perder el estatus ni la forma de vida actual -a nivel profesional, social y de pareja, sobre todo-.

Así mismo, el miedo es una emoción que puede aparecer en cualquier momento del embarazo: en líneas generales, en el primer trimestre existe el miedo a perder el bebé; en el segundo trimestre, aparece el miedo relacionado con los resultados de las pruebas, y en el tercer trimestre, aparece el miedo relacionado con el parto.

Cansancio y despiste

Debido a los cambios hormonales las mujeres embarazadas pueden experimentar sensación de cansancio y también de despiste. Las hormonas no son la única razón de esto, sino que el malestar relacionado con las dificultades digestivas, náuseas, dolores de espalda y problemas para dormir, pueden influir también en toda esta parte fisiológica.

Además, el cerebro de la mujer embarazada va experimentando cambios para priorizar ante todo la conexión con el bebé y así garantizar su supervivencia. Estos cambios neuropsicológicos pueden influir también en los despistes, ya que aquello que no tenga que ver con el bebé, deja de ser relevante para el cerebro.

Energía y bienestar

Muchas mujeres señalan sentirse con mayor energía y bienestar en el embarazo, sobre todo en el segundo trimestre, que es un periodo que se produce tras haber pasado la barrera psicológica de las 12 semanas.

Este nivel de energía y sensación de bienestar también puede verse influido por las fantasías y deseos que aparecen al imaginar cómo será el bebé. En el segundo trimestre ya se empiezan a notar los movimientos del pequeño y esto fomenta una gran conexión.

Algunos estudios muestran que el bebé siente cuando su madre pone la mano sobre la tripa porque aumentan sus movimientos. Se trata de algo tan emocional y bonito que puede percibirse hasta como mágico por parte de la madre.

Sensibilidad

Tal y como se mencionaba en los apartados anteriores, el cerebro de la madre se prepara para priorizar ante todo la conexión con el bebé y su supervivencia. Estos cambios neurológicos generan mayor sensibilidad para potenciar esa conexión emocional con el pequeño. Algunos cambios neurológicos concretos se manifiestan de la siguiente forma:

- Aumenta el tamaño de la glándula encargada de conectar emocionalmente a la madre con el bebé.

- Agrandamiento de la amígdala, hecho relacionado con el miedo y la ansiedad para garantizar la supervivencia del bebé y detectar todas las posibles alarmas.

- Aumento de la oxitocina: hormona que estimula zonas concretas, como la amígdala e hipotálamo, que hacen que la madre se preocupe por el cuidado y desarrollo del bebé.

- Incremento de la atención selectiva, atención dirigida y en la memoria a corto y largo plazo. Estas mejoras en la atención y la memoria se producen con temas relacionados con el bebé.

Adaptación a los cambios vitales

El embarazo supone normalmente una época maravillosa para muchas madres, pero también un proceso de duelo, ya que es necesario hacer una readaptación de los planes sociales y aspectos personales.

Además, el embarazo produce no solo un cambio en la relación con la pareja y la creación de un nuevo vínculo con el bebé, sino que también se provoca un cambio en el vínculo con las figuras parentales. La madre adquiere un nuevo rol y se genera una nueva dinámica familiar, tanto dentro como fuera de casa.

Pueden avivarse recuerdos del pasado, sobre todo relacionados con la infancia y el vínculo con sus propias madres y padres.

Aspecto externo y parto

El cuerpo de la mujer cambia totalmente para que el nuevo ser esté lo más cómodo posible. Por parte de la mujer embarazada, existe un proceso de adaptación al aspecto externo que puede abrir heridas narcisistas relacionadas con la autoestima y la necesidad de aprobación externa.

Por otro lado, también empiezan a aparecer en la mente de la mujer pensamientos centrados en el parto. Por ejemplo: cómo será el parto (incertidumbre y desconocimiento, sobre todo si se trata de una madre primeriza), cómo será el bebé y cómo ejercerá el papel de madre y la pareja como padre.

Tras el nacimiento del bebé se produce un reajuste entre cómo es el bebé real y el imaginario (la fantasía que se había formado durante el proceso de gestación). Tras el nacimiento, siguen produciéndose cambios tanto físicos como emocionales, fundamentales en esa nueva etapa de la vida.

Es muy importante estar atentos porque si el malestar emocional es intenso, es necesario acudir a un profesional de la salud mental.

Se recomienda durante todo el proceso de gestación y tras el nacimiento del niño buscar ayuda para aumentar el descanso, disponer de apoyo social y mantener una rutina que permita un estilo de vida saludable.

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