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¿Los has probado ya?

Cinco sitios donde deberías tener sexo al menos una vez en la vida

¿Puedes tachar todos estos lugares de tu lista? Si te queda pendiente alguno de estos polvos, tenemos buenas razones para hacer que sucedan.

-Beso en la ducha

Beso en la duchaiStock

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¿Puedes tachar todos estos lugares de tu lista? Si te queda pendiente alguno de estos polvos, tenemos buenas razones para hacer que sucedan y algunos consejos para que dejen buen sabor de boca.

En la ducha

Para el primero de la lista no hay excusas: todos tenemos ducha en casa. No es necesario llenar la bañera; es más: esa opción es la menos recomendable si quieres guardar un buen recuerdo de ese día. Esta propuesta es mucho menos engorrosa: dos cuerpos abrazados, separados por una fina lámina de agua que favorece ese efecto deslizante tan sensual. Las opciones orales son variadas y la penetración resulta asequible, especialmente si se realiza de pie, con ella de espaldas ligeramente inclinada hacia delante. Si además el equilibrio de pesos lo permite, el hombre puede cogerla en brazos, frente a él, y utilizar la pared como apoyo para recrear alguna de esas escenas de película que tenéis en mente. Seguro que se os ocurren muchas más posibilidades…

En la playa

Sin duda, uno de los lugares más románticos donde practicar sexo. Para los despistados: no vale cualquier playa, cualquier hora ni con cualquier público asistente. Aunque creas ser el único que no lo ha probado, encontrar el lugar correcto no es tarea sencilla: dejarte llevar por el calentón puede costarte una multa si no eres lo suficientemente discreto. Lo ideal es que surja en un momento en que sea complicado que os pillen, en una zona apartada de la contaminación lumínica y sin apenas tránsito a partir de cierta hora.
Sexo en la playa
Sexo en la playa | iStock

En tu centro de trabajo Calcula cuántas normas estás incumpliendo cuando os coláis en el baño de minusválidos o en la sala de la fotocopiadora… Probablemente, todo el placer extra que aporta esta experiencia pueda resumirse en ese morbo de lo prohibido. Esta opción implica necesariamente que tu pareja y tú compartáis centro de trabajo o que en él hayas encontrado a un candidato dispuesto a seguirte el juego.

En un hotel de lujo

Si puedes concederte el capricho de pasar la noche en un hotel de 5 estrellas, de esos con cama gigante y jacuzzi en la habitación, no puedes dejar pasar la oportunidad de experimentar uno (o varios, que no hay prisa) de los mejores polvos de tu vida. Un lugar que no te pueda recordar al ajetreo y el estrés del día a día, pero tampoco a la rutina sexual con tu pareja. Recorred la habitación en busca de nuevos espacios y sensaciones y utilizad el servicio de habitaciones para celebrar vuestra escapada con una copa de champagne. Por supuesto, el misionero queda prohibido: esta noche podéis daros un capricho… en todos los sentidos.

Frente a un espejo

Ese momento en que abandonas tus complejos y tu vergüenza para disfrutar de vuestro reflejo practicando sexo es excitante y motivador. Nada tiene que ver con la famosa experiencia de grabarse con una cámara. No tendrás que sufrir ese visionado posterior, con el que confirmarás que existen oficios en los que puedes parecer más apañado que en el de actor porno. En este caso el visionado se produce en vivo y no existirán críticas ni comentarios negativos. Eso sí: procura tener la confianza suficiente con la persona que te acompañará en esta experiencia para sentirte cómodo y dejarte llevar.
Sexo frente al espejo
Sexo frente al espejo | iStock

En esta lista me niego a incluir el coche. Si has tenido pareja antes de salir de casa de tus padres, seguro que conoces a la perfección esos comodísimos asientos reclinados, el nada delatador vaho de los cristales y una lista completa de lugares en los que nadie sospechará de un coche parado en el arcén pese a no existir un espacio cubierto en dos kilómetros a la redonda (sí, probablemente todo el mundo dé por hecho que sus ocupantes están dando un relajante paseo por el campo… a las 3 de la madrugada). Ya habrás comprobado un número de veces suficiente lo excitante que es golpearte la cabeza con el techo del coche de manera continuada o clavarte la hebilla del cinturón en los riñones. Dejemos aparcada esta experiencia en aquella época. Si te encuentras entre quienes se saltaron esa etapa, de verdad, no te has perdido nada imprescindible para tu existencia.

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