TRUCO PRÁCTICO
Cómo forrar un libro y que la vuelta al cole no sea una pesadilla
Si quieres proteger los libros de tus hijos para que a fin de curso lleguen en el mejor estado posible, fórralos. Te explicamos cómo hacerlo sin morir en el intento.
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¿Recuerdas cuando ibas al colegio y heredabas los libros del curso de un hermano mayor? ¿O tus padres se veían obligados a hacer una gran inversión en la compra de nuevos libros de texto?
Sea como fuera, hay varias generaciones que han vivido cómo antes de empezar curso, sus familias pasaban varias horas forrando libros. ¿El objetivo? Que llegaran en el mejor estado posible a verano y, con suerte, que pudieran traspasarse a un hermano o conocido menor para aprovecharlos en los cursos venideros.
Sin embargo, esta tarea es algo compleja y, según cómo, no sabes cómo afrontarla. En NovaMás te explicamos el mejor método para forrar los libros y alargar su vida útil el mayor tiempo posible.
Cómo forrar un libro de forma sencilla
Lo primero que debemos hacer para asegurar una larga vida a los libros es cerciorarnos que tenemos todo el material necesario. En realidad, para este proceso solo debemos de proveernos de unas buenas tijeras, una regla de 30 centímetros -aproximadamente- y de la cantidad de papel de forro adhesivo -preferiblemente transparente- necesario para todos los libros que necesitamos forrar.
A continuación, te explicamos el proceso para conseguir un libro forrado de forma fácil, rápida y sin arrugas ni burbujas.
1. Extendemos el papel del forro en una superficie plana -idealmente una mesa-, de manera que la parte autoadhesiva quede tocando la parte de abajo.
2. Colocamos el libro encima del forro y lo volteamos sobre sí mismo para calcular la cantidad de papel necesaria para cubrir la portada, el lomo y la contraportada.
3. A esa medida, añadimos unos cinco centímetros extra para asegurarnos que tenemos suficiente forro para engancharlo en la parte interior del libro y que la portada y la contraportada queden bien sujetas y cubiertas.
4. Tal como está el forro sobre la mesa, lo doblamos por la mitad convirtiéndolo en un díptico, pero no por el centro, sino que en la hoja que queda en la parte superior se debe contar el espacio del lomo del libro y esos 2,5 centímetros extra para la parte interior.
5. Llegado este punto, separamos la capa adhesiva del papel y la dejamos caer cuidadosamente sobre la mesa.
6. Colocamos el libro que se debe forrar sobre el papel, justo donde empieza la parte adhesiva y utilizamos la regla para ejercer presión sobre la capa transparente para asegurarnos de que se engancha correctamente en el lomo del libro y no quedan arrugas ni burbujas de aire.
7. Continuamos con esta técnica a lo largo de toda la portada.
8. Una vez tenemos todo el forro enganchado en esta parte del libro, debemos cortar en diagonal las puntas del excedente, de manera que podamos enganchar en la parte interior del libro el forro, como si se tratara de un marco de fotos.
9. Una vez realizada la parte delantera, le damos la vuelta al libro -y, por consiguiente, al forro que está enganchado en él- para proceder con la portada.
10. Despegamos poco a poco el papel que recubre la parte adhesiva para seguir con la misma técnica -presión con la regla y corte de excedente- y forrar la contraportada.
11. Solo quedará recortar a ras del lomo la parte sobrante del forro para dar por acabado el proceso.
Costumbre en desuso
La tendencia educativa es que cada vez haya más libros de texto en formato digital. Pero del mismo modo que facilitamos una funda para la tablet de los pequeños, nos podemos plantear si debemos procurar protección para los pocos libros que usarán en su día a día en clase. De este modo evitaremos que el agua o los roces entre los demás materiales escolares estropeen las portadas, las puntas y las hojas de los libros.
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