HIGIENE ÍNTIMA
Cómo saber si toca cambiar el tampón o aguanta una hora más
A pesar de su comodidad, usar un tampón no es tan sencillo como parece. Debemos tener en cuenta que se trata de un producto con unas instrucciones de uso determinadas y que debemos ir cambiando cada cierto tiempo si no queremos que derive en infecciones.
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El uso de productos de higiene íntima como la copa menstrual durante el período está cada vez más extendido, pero eso no significa que las compresas y los tampones hayan sido eliminados por completo de las preferencias de las mujeres durante la menstruación.
De hecho, los tampones suelen ser la alternativa por la que muchas personas se decantan, pues además de ser más cómodos que las compresas, nos libran de estar preocupadas de un posible manchado y, en verano, nos permiten disfrutar del agua. Aun así, es fundamental controlar el tiempo que pasa desde que lo introducimos en el cuerpo, uno que puede variar.
Durante cuánto tiempo puedo usar un tampón
Lo más recomendable es no superar, en ningún caso, las 4 u 8 horas de uso y aunque debemos adecuarnos a este tiempo, saber cada cuánto tiempo debemos cambiarlo dependerá principalmente de dos factores: de la cantidad de flujo y del tampón escogido, pues los hay de diferentes tipos, diferenciados según el grado de absorción.
Según Clue, la aplicación para el seguimiento del periodo, una de las maneras más sencillas de saber si es el momento de cambiarlo o no -es decir, podemos dejarlo puesto durante alguna hora más- es tirar suavemente del hilo.
Si al estirarlo notamos que sale con facilidad, es momento de cambiarlo. De lo contrario, si tiramos y aún se resiste, eso significará que podremos dejarlo más tiempo, pero siempre sin superar el recomendado.
¿Qué es el síndrome de choque tóxico?
No solo se recomienda no exceder el límite de horas por la pérdida de eficacia del propio tampón, no cambiarlo cuando toca puede traer consigo importantes problemas, como el síndrome de choque tóxico.
Se trata de una infección bacteriana producida por bacterias como los estafilococos o los estreptococos. Estas bacterias -normalmente, su presencia no es peligrosa- liberan una serie de toxinas, unas que pueden llegar a introducirse en el torrente sanguíneo y afectar seriamente al organismo. El síndrome se puede contraer a través de heridas, quemaduras o tras una intervención, aunque se suele relacionar más con el uso de tampones.
Padecer fiebre alta, vómitos, desorientación, dolores musculares, sarpullidos y hasta convulsiones, son algunos de los síntomas de la afección. No tratarlo puede provocar consecuencias aún más graves como la muerte.
¿Por qué usar tampones puede provocar este síndrome?
Los científicos han demostrado que usar tampones de forma prolongada favorece el crecimiento de las bacterias. Si la bacteria entra en contacto con una pequeña herida ubicada en la cavidad íntima, las toxinas que libera pueden provocar el síndrome.
Un estudio publicado en 1996 por la revista "The Journal of Infectious Diseases" quiso entender la relación entre este síndrome y el uso de tampones. Para ello, se testaron diferentes marcas y tipos de tampones comercializados.
En los resultados destacaron que el riesgo de contraer el síndrome era mayor en mujeres que usaban tampones muy absorbentes, ya que favorecieron el crecimiento bacteriano y por ende, la producción de toxinas. A pesar de los datos, no significa que les pueda ocurrir a todas las mujeres que usan este tipo de tapones, pues realmente se trata de algo poco frecuente.
Cómo prevenir el síndrome de choque tóxico
Para prevenir infecciones y otro tipo de molestias, es fundamental no pasarnos de las horas de uso delimitadas. Además, siempre debemos mantener una higiene adecuada de la zona íntima y lavarnos muy bien las manos, especialmente cuando vamos a introducir un tampón o copa.
Teniendo presentes los resultados del estudio, los expertos también recomiendan optar por aquellos tampones con la menor capacidad de absorción y solo usarlos cuando sea realmente necesario. Otro consejo es intercalar el uso de tampones con el de compresas para evitar una aplicación excesiva.
Sea como sea y uses la marca que uses, no te olvides de leer siempre las instrucciones del fabricante para saber exactamente las características y procesos de cada tampón y, ante cualquier complicación, no dudes en visitar a tu médico.
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