No finjas más
No consigo llegar al orgasmo, ¿cómo se lo digo?
Para evitar entrar en ese círculo de mentiras, lo mejor es abordar el tema, aunque nunca justo en el momento de después.
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Ya sabemos que es el clítoris y no la vagina dónde se concentran la mayoría de terminaciones nerviosas que nos hacen llegar al orgasmo. Sabemos que hay juguetes que nos pueden ayudar a estimular el clítoris durante la penetración o que hay posturas en las que generar más fricción. También empezamos a tener claro que no va a venir ningún príncipe azul a decirnos cómo llegar al orgasmo, sino que la clave está en saber masturbarse para conocerse. Pero aun teniendo todo eso claro, a la hora de la verdad aún hay mujeres que siguen fingiendo orgasmos durante sus relaciones sexuales. Y no un pequeño porcentaje precisamente. Según el estudio sobre el orgasmo realizado por Bijoux Indiscrets, el 52% de las mujeres había fingido un orgasmo alguna vez. Aún peor, cerca del 12% fingía casi siempre.
Pero, ¿una vez que se ha fingido se puede salir de esa espiral de mentiras? ¿Es realmente un problema declarar que no se ha llegado al orgasmo, sin hacer un drama? Según la sexóloga Eugenia Cames, “Para hablar del tema es importante sincerarse y explicar con honestidad qué está pasando: no se trata de buscar culpables, sino de exponer lo que pasa y buscar soluciones”.Parece fácil, pero si se opta por fingir, precisamente es para evitar esa conversación. ¿Por qué da tanto miedo decir que no se llega al orgasmo? Como expone Cames: “El sexo es el tema de moda, pero nos sigue dando corte hablar de sexo con la pareja”. Y es que el problema de fondo no parece ser el sexo en sí mismo, sino la falta de comunicación. Pese a ello, la experta señala otras cuestiones a tener en cuenta. La primera que, “Puede dar reparo mostrarse como ‘diferente’ a la imagen ideal con la que nos bombardean” de lo sexualmente deseable. Aunque principalmente hablar de este tema, “Puede crear sensación de culpabilidad, o por el contrario temer causar sentimientos de inseguridad en la pareja, temer que achaque la dificultad a sus habilidades sexuales”.
Para evitar caer en estos líos, la primera idea a tener en cuenta es que el orgasmo es un derecho, pero no una obligación. Y que se puede disfrutar de una sesión de sexo sin llegar a esa meta. “Hay cierta tendencia a cuantificar y mitificar el sexo: nos obsesionamos con el número de polvos, de parejas sexuales, de orgasmos, de erecciones, tomamos como referencia una representación que no se corresponde con la realidad”. Un tema que es importante que hablemos claramente con la pareja para eliminar la presión que, inconscientemente, nos podemos poner el uno al otro.
Respecto a esa conversación, más que esquivarla, se trata de planificarla. Buscar el cuándo, el dónde y el cómo vamos a abordar el tema, para decir lo que queremos decir con calma y sin entrar en malentendidos. Así, “Sacar el tema durante las relaciones sexuales (o inmediatamente después de ellas) puede ser poco adecuado, ya que se trata de un momento íntimo y vulnerable y el tema es delicado”.
Claro, esto es fácil si hemos fingido un par de veces, pero si el problema viene de lejos, y la mentira se ha hecho bola, cuesta mucho más sacar el tema. Si es el caso, Cames insiste en que es aún más importante tener esa conversación cuanto antes, “No solo por honestidad y confianza, sino porque, al fin y al cabo, no hacerlo es tirarse piedras en el propio tejado del placer sexual”. Si bien habrá que tener especial mimo y tacto en la comunicación, la repercusión no tiene por qué ser negativa. “Si bien sincerarse al respecto puede implicar un mal trago también puede fortalecer la relación y abre las puertas a vivir una sexualidad de pareja mucho más rica y plena, sin la tensión de fingir”, concluye la experta.
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