Placer de verano
¿Cuánto helado puedes comer sin que se resienta la báscula?
Es el best seller del verano: ¡el helado! ¿Quién puede resistirse a un sabroso helado? Pero, ¿puedes comerlo sin que la báscula te pase una pesada factura? Te lo aclaramos.
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Los hay para todos los gustos, incluso, de fabada, por aquello de que no todo van a ser opciones dulces. De leche merengada, moras, turrón, coco, limón, chocolate… Añade a la lista el que quieras, las opciones son casi ilimitadas. Aunque se venden todo el año lo cierto es que, con los calores, en verano apetecen mucho más los helados.
Pero claro, ¿puedes comerlo sin que tu báscula se resienta? Y si es el caso, ¿cuál es el consumo que recomendaría un nutricionista: dos al mes, uno a la semana…? ¿cuáles son los más convenientes, de agua, con leche? ¿mejor los de heladería? ¿son menos calóricos si los hacemos en casa?
La experta Paloma Quintana nos aclara el tema. “El helado me preocupa menos que otros productos: sobre él, la gente tiene conciencia de su aporte calórico y azúcares. Me preocupan más otros productos que la población en general considera inocuos o incluso, saludables, como las galletas y los cereales del desayuno y lo peor, los incluyen diariamente en su alimentación”, explica Quintana. Pero volviendo a los helados, ahí va la buenísima noticia que te va a alegrar tus vacaciones: “Tomar un helado en época estival, una o dos veces a la semana, de una porción normal, uno 150-200 ml, no supone un riesgo para nuestra salud ni aumento de peso, dentro de una alimentación saludable. Quiero decir, si es una persona con constantes excesos calóricos a través de ultra-procesados y añadimos helado, ese helado estará sumando puntos negativos. Por esto, una de las claves es que el helado sea algo que se consuma cuando se sale de casa, en la heladería, y no se tenga en casa helado del supermercado, en tarrinas de más de un litro, o heladitos de múltiples variedades”, aclara Quintana.
O sea, helado sí, un par de veces a la semana, pero cuando salimos, no como opción de postre en casa (y menos si es ultraprocesado). “Si lo compramos en la heladería tradicional ocurren dos cosas:
- Será algo verdaderamente ocasional y tomaremos la ración adecuada.
- Hay más probabilidades de tomar un helado artesano, es decir, hecho a base de fruta, leche y azúcar, aunque lleve azúcar, su composición va a ser mejor que la de helados más procesados (fructosa, aceites vegetales de mala calidad, etc).
Bien, lo más aconsejable es que busques helados artesanos. “También puedes pedirlos sin azúcar (pregunta si lleva fructosa, porque entonces no servirá de nada el cambio), granizados sin azúcar, helados de frutas sin lácteos ni azúcar, ya hay muchos establecimientos que los preparan así”, explica.
En casa también puedes preparar helados caseros de forma sencilla y quedan espectaculares. Además, ahora que los más pequeños están de vacaciones, es una excelente actividad. “Basta con congelar trozos de fruta y luego triturarlos. Podemos hacerlos con o sin lácteos. Quintana nos da tres sencillas recetas:
- Helado de plátano y trocitos de chocolate: congela trozos de plátano, tritura el plátano congelado con un chorro de leche o bebida de soja. Añade una onza o dos de chocolate 85% de cacao.
- Helado hiper-protéico: mezcla bien una cucharada de proteína de suero del sabor que más te guste en queso fresco batido. Añade fruta congelada o trocitos de chocolate. Congela unos 10 minutos y saca.
- Helado de mango y frutos rojos: congela mango, fresas, arándanos y frambuesas, tritura luego todo. También puedes comprar esta fruta congelada directamente.
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