TEST SEXUAL
Dime lo que dices durante el sexo y te diré cómo eres
Desde el más silencioso hasta el que oyen los vecinos, lo que se dice durante una sesión de sexo dice mucho de ti.
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Desde las que parecen monologuistas contando anécdotas personales, chistes y hasta sus planes de futuro a las que no abren el pico, cada persona es un mundo en la cama. La banda sonora del folleteo es algo a lo que no se presta tanta atención como a la variedad de posturas y prácticas sexuales pero, eh, tiene su importancia. Y algo más: dice bastantes cosas sobre como es nuestro compañero o compañera. Estos son los arquetipos más comunes que uno puede toparse en horizontal.
No dice ni mú. Como si le hubieras dado al botón de “mute” en el mando de la tele. No hay duda de que tu pareja es una persona tímida o con ciertas dificultades para expresar sus sentimientos. ¿El principal problema? Pues que no te da muchas pistas sobre si le está gustando el tema o si preferiría que le hicieses lo que sea que estás haciéndole de otra forma. Son las mismas personas que prefieren que tú decidas por ella que peli vais a ver o si esa noche pediréis pizza o hamburguesa para cenar.
Gemiditos por doquier. Estamos ante una persona que se siente segura mostrando lo que le da o no placer. Tampoco es un prodigio de locuacidad, pero a sensualidad no hay quién la gane. Además, es consciente de que con sus gemiditos te está poniendo a cien… Se preocupa tanto por su placer como por el de la otra persona y suele ser generosa. Tenlo por seguro: te hará tu pastel favorito por tu cumpleaños o te tocará a la guitarra tu canción favorita cuando para despertarte.
Gruñidos entre las sábanas. Es la versión 2.0 de los gemiditos. No es solo que le esté gustando lo que estáis haciendo sino que, además, lo está dando todo. Suele ser la manifestación de un esfuerzo físico considerable y se da más en personas con afición por posturas acrobáticas o hazañas sexuales. En la vida no sexual esto se traduce en que practica crossfit, le va el puenting o la escalada. Las emociones fuertes son lo suyo, así que si eres de los que te gusta subirte en montañas rusas, adelante.
Blasfemias y barbaridades. No hay duda: estamos ante una persona que suelta siempre lo primero que se le pasa por la cabeza. Los vecinos viven escandalizados porque saben que, cada vez que os metéis en la cama, suelta sapos y culebras por esa boquita. Esto hace de ella una persona sincera, aunque un poco brutota, pero, oye, de buen corazón. La típica que te da un abrazo que te descuajaringa cuando la conoces y que come con la boca abierta, pero que es un solete.
A continuación: cunnilingus. Estamos ante la clásica persona que va contando lo que va a hacer y que pregunta qué te está pareciendo. Suelen ser personas inseguras y, por qué no decirlo, un poco cortarrollos. Vale que quieras hacerme una felación pero no hace falta que lo retransmitas en directo. Nunca tiene claro qué ponerse y se cambia de ropa cincuenta veces antes de salir de casa. Ver una serie con ella al lado es una gaita: siempre te fríe a spoilers y, claro, eso no mola nada.
¡Chupa, chupa! El clásico aficionado al porno que piensa que, en la vida real, la gente habla igual que en los vídeos X. Por el nivel de sus expresiones puedes deducir su nivel de consumo de clips eróticos. Un “lámeme así” denota que es un aficionado, mientras que un “eres la milf más foxy que conozco y ahora prepárate que vamos a por un squirting” significa usuario avanzado de PornHub o Xhamster.
¡Amore! Oh, los románticos… No hace ni media hora que os habéis conocido vía Tinder, habéis consumado vuestra atracción y lo remata con un “te quiero” que hiela la sangre. Es de esas personas que algún día suenan con vivir en París en una buhardilla con vistas a la torre Eiffel, que ve ‘Love Actually’ una vez a la semana y que bebe café en una taza con corazoncito cuquis dibujados. Al principio, acojona, pero no lo hace con mala fe y, ojito, porque hay estudios que señalan que un folleteo con frasecitas amatorias es más satisfactorio. Aunque al principio sea un bajonazo casi instantáneo…
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