DOLOR DE CABEZA
Dime qué tipo de migraña tienes y te daré un remedio para ella
A la mayoría de personas nos duele la cabeza ocasionalmente de forma moderada por un sinfín de causas. Te contamos cuáles son los tipos de cefaleas y los mejores remedios para ellas.
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Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), entre el 73% y el 89% de los hombres ha sufrido cefalea en alguna ocasión, una cifra que asciende al 92% y el 99% en el caso de las mujeres. Aunque a menudo aparecen ocasionalmente y suelen ser de intensidad moderada, los dolores de cabeza pueden ser, en algunos casos, intensos y limitantes, afectando decisivamente a la calidad de vida de las personas que los padecen. Hay muchísimos tipos, que pueden aparecer por numerosos motivos, de forma aislada o junto con otros síntomas.
La Sociedad Española de Neurología los divide en dos grandes grupos: cefaleas primarias, que se presentan como síntoma único o prácticamente único, y secundarias, que son consecuencia de otra cosa, ya sea una enfermedad o un hábito nocivo, como la ingesta excesiva de alcohol. Estos son algunos de los dolores de cabeza más comunes:
Cefalea tensional
Este tipo de cefalea primaria es la más habitual, y el dolor se manifiesta como una banda que aprieta la zona de la frente, con mayor o menor fuerza, de forma homogénea. El dolor suele remitir con analgésicos suaves, y sus causas son variadas: desde el estrés o la ansiedad a tener la cabeza en una sola posición durante demasiado tiempo sin moverse, cosa que suele darse en personas que trabajan delante de un ordenador o realizando trabajos precisos y minuciosos durante demasiadas horas. Pese a que, generalmente, una vez aparece el dolor de cabeza es difícil de contrarrestar, sí que podemos prevenirlo desde diferentes frentes. Levantarnos de la silla a menudo, realizar movimientos de cuello y hombros, masajes en el cuero cabelludo, ejercicio físico destinado a fortalecer la espalda y las cervicales, meditación o cualquier otra actividad que nos relaje son algunos de los hábitos que pueden ayudarnos a prevenir el dolor de cabeza. Es importante también revisar la posición en que dormimos, así como la calidad del colchón y la dureza y grosor de las almohadas, ya que pueden ser los causantes de nuestro dolor de cabeza. Los síntomas mejoran con analgésicos y descanso, de manera que es importante garantizar una buena higiene de sueño y evitar grandes esfuerzos físicos y mentales.
Migraña
La migraña es un dolor intenso y pulsátil, generalmente a un lado de la cabeza, que suele ser profundamente inhabilitante para el que la padece. Pese a las numerosas investigaciones al respecto, no existen resultados concluyentes sobre las causas de estos cambios repentinos en los flujos sanguíneos del cerebro que provocan un dolor tan fuerte que a menudo va acompañado de otros síntomas como náuseas, vómitos y malestar general. Se dice que las migrañas podrían estar relacionadas con el ciclo hormonal de las mujeres y que algunos alimentos, como el chocolate o los productos lácteos, podrían actuar como desencadenantes.
Existen dos tipos de migrañas: con aura y sin aura. En el caso de las migrañas sin aura, el dolor se manifiesta únicamente en la cabeza, mientras que las migrañas con aura van acompañadas de destellos luminosos en el campo de visión (aura visual), hormigueos en la punta de los dedos de una mano, e incluso lengua y comisura de los labios (aura sensitiva), o de dificultad para articular palabras o comprenderlas (aura de lenguaje, poco frecuente).
En el caso de padecer migrañas con o sin aura, lo más recomendable es visitar al neurólogo para descartar causas y que nos prescriba el tratamiento más adecuado.
Cefalea por estímulos fríos
La Sociedad Española de Neurología clasifica este tipo de cefalea, que se produce por contacto con estímulos fríos, entre las primarias. Se puede dar al bucear, con una ducha de agua fría, al ingerir bebidas o comidas heladas, al llevar el pelo mojado en ambientes fríos durante demasiado tiempo o si estamos en lugares fríos sin gorro, etc. La buena noticia es que suele desaparecer por sí sola en cuanto el frío desaparece, y que puede mejorar con la ingesta de bebidas calientes.
Cefalea en racimos
El último tipo de cefalea primaria es el más molesto, y se manifiesta como un dolor intenso en un punto de la cabeza, que dura entre 15 y 180 minutos y se presenta en forma de ráfagas. Generalmente va acompañado de secreción nasal y ocular en el lado de la cabeza en que se produce y suele darse en forma de brotes: aparece más o menos a las mismas horas del día durante un periodo de tiempo y remite durante otro, sin saberse muy bien a qué responden los brotes. Generalmente se trata con analgésicos específicos, pero existen también algunas maneras de prevenir su aparición cuando está a punto de manifestarse: desde la administración de oxígeno a la de determinados anestésicos locales.
Cefaleas secundarias
Entre las cefaleas que se derivan de otros hábitos o enfermedades encontramos todas aquellas relacionadas con un estilo de vida incorrecto, que desaparecen de forma prácticamente inmediata en cuanto eliminamos determinados hábitos y reordenamos nuestra dieta y nuestros horarios. Una alimentación rica en grasas, el alcohol, el tabaco, un exceso de cafeína, pocas horas de sueño o una vida excesivamente sedentaria pueden desencadenar dolores de cabeza leves, como también ocurre cuando introducimos cambios drásticos en la alimentación. Reducir el consumo de cafeína o comenzar con una dieta baja en carbohidratos o demasiado restrictiva pueden causar dolores de cabeza de intensidad baja o media.
Las cefaleas pueden indicar, además, otro tipo de problemas, desde oculares (muchos dolores de cabeza se curan con una visita a la óptica), a alteraciones vasculares, en la nariz, contracturas cervicales, problemas en la columna o traumatismo craneal. Si las cefaleas persisten, aunque sean leves, lo más recomendable es visitar a un especialista no solo para que descarte cualquier causa, sino para que pueda prescribirnos el mejor tratamiento e indicarnos cuáles son los hábitos a seguir.
En todos los casos, el primer paso es indiscutible: rebajar en la medida de lo posible y con las herramientas que tengamos a nuestro alcance el estrés y la ansiedad y, sobre todo, la carga de trabajo diaria, que nos permitirá descansar más y mejor y reducir el esfuerzo mental.
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