La hidratación es esencial
¿Estás tomando suficiente agua? Contesta a estas preguntas y lo sabrás
Durante un tiempo circuló la creencia de que deben tomarse dos litros de agua diarios para mantenernos hidratadas, una idea que poco a poco se ha ido erradicando por diferentes motivos.
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En primer lugar, es difícil establecer una cantidad fija para todo el mundo, ya que las necesidades de agua dependen de múltiples factores, desde nuestra actividad a nuestras características físicas y, por supuesto, las circunstancias ambientales (humedad, temperatura, etc.). Y, en segundo lugar, porque esta recomendación no tiene en cuenta el agua presente en los alimentos, que contribuye también a hidratarnos. Zumos, cafés, infusiones, sopas, cremas… contienen grandes cantidades de agua.
Dicho esto, lo cierto es que beber agua es muy importante para el correcto funcionamiento del organismo, pero también lo es que, en líneas generales, el cuerpo es sabio, y nos suele demandar agua cuando lo necesita. Existen, sin embargo, algunos indicios que podrían señalar que nuestro organismo presenta un déficit de hidratación y que tenemos que ponernos las pilas bebiendo más agua. Si contestas positivamente a alguna de estas preguntas, prueba a incorporar agua a tu dieta, un gesto sencillísimo que marcará la diferencia: basta con que lleves una botella en el bolso y vayas bebiendo de vez en cuando, incluso cuando no tengas demasiada sed.
¿Tienes estreñimiento?
Muchas veces nos volvemos locas tratando de dar con las causas del estreñimiento, tomando fibra y suplementos a raudales, estableciendo horarios y apostando por el consumo de ciertas frutas en ayunas, sin saber que lo que nos pasa realmente es que no bebemos agua, indispensable para garantizar el tránsito digestivo.
¿Piel seca?
En muchas ocasiones la piel seca se debe a factores genéticos, pero en muchas otras nos está pidiendo a gritos que la hidratemos. Para lucir una piel elástica y bonita, no es suficiente con invertir en cremas, cuidados y mascarillas: es fundamental hidratarla también por dentro, lo que se consigue bebiendo agua, ya sea directamente o consumiéndola a través de los alimentos.
¿Tienes ataques de hambre?
Cuando te entren ataques repentinos de hambre tienes que pararte a pensar de dónde vienen las ganas de comer. A menudo confundimos el hambre con la sed, y tendemos a comer en exceso cuando realmente lo que nos pide el cuerpo es beber, pero no sabemos identificar esa sensación y por ello la confundimos. ¿Por qué cuando salimos de cañas a veces tomamos la primera prácticamente de un sorbo acompañada de media bolsa de patatas? Probablemente porque tenemos sed, y si hubiésemos tomado un vaso de agua antes no habríamos atacado de ese modo el picoteo.
¿Orinas poco?
Aunque la frecuencia a la hora de orinar también depende de cada persona, si no lo haces entre 4 y 7 veces diarias deberías pensar que tal vez tengas que beber más agua.
¿Tienes la boca seca a menudo?
Es un indicio más que claro de que tu cuerpo te está pidiendo hidratación.
¿Tu orina es muy oscura?
Sin contar la primera de la mañana, que tras varias horas suele presentar un color amarillo intenso, la orina debe ser de un amarillo pálido. Si la nuestra es oscura, significa que se concentra más la urobilina, y que deberíamos tomar más agua. Hay que tener en cuenta que determinados alimentos, como los espárragos o el café, así como el consumo de algunos medicamentos, pueden influir en el color y el olor de la orina.
¿Tienes eczemas, erupciones y otros problemas en la piel?
Una de las causas puede ser la deshidratación. Asegúrate de beber la suficiente agua y, si aún así el problema persiste, visita al dermatólogo. Es posible incluso, si la deshidratación persiste, que te salgan grietas y que estas lleguen a sangrar.
¿Tienes la piel fría?
El cuerpo necesita agua para mantener su temperatura. Si no se la das, lo primero que notarás es que estás fría.
¿Sientes calambres musculares?
Hay numerosos factores que pueden dar lugar a calambres musculares (el clásico espasmo nocturno que casi todas hemos experimentado en alguna ocasión). Pasar muchas horas sentadas, el consumo de algunos medicamentos y una deficiencia de minerales como calcio, potasio o magnesio pueden ser la causa de los calambres. Sin embargo, una de las razones más habituales es la deshidratación, especialmente si has hecho deporte.
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