LAS CLAVES DE UN BUEN BESO
Estos son los errores que cometemos con más frecuencia al besar
¿Te consideras una buena besadora? No importa cuánta experiencia tengas en el terreno o, mejor dicho: importa, pero no es lo único. Puede que lleves toda la vida cometiendo todos estos errores.
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La española cuando besa es que besa de verdad, dice la copla. Lo que no significa que lo haga bien. Porque besar se besa mucho y en muchas ocasiones sin filtrar demasiado, pero dicen quienes están en el mercado y andan por ahí besando a gente sin ton ni son que, en líneas generales, España es un país en el que se besa tirando a mal. Porque no, no sirve la eterna excusa de que no hay normas, que cada persona es un mundo y no a todos nos gustan las mismas cosas. No nos escudemos en generalidades para justificar nuestra torpeza. Hay fallos garrafales, errores de adolescente que muchas personas siguen cometiendo incluso pasados los treinta que NO, NO GUSTAN A NADIE. ¿No te lo habían dicho hasta ahora?
1- Cuidado con los dientes. Al parecer, nos cuentan las fuentes consultadas –ese grupo de Whatsapp llamado Las Nenas, formado por mujeres que no tienen ningún inconveniente en interrumpir una conversación sobre la importancia de comerse un kiwi en ayunas para aportar su granito de arena a los temas que se tratan en El Sextante–, en el mundo del beso los dientes no tienen que estar demasiado presentes, salvo para algún mordisquito delicado en los labios en momentos muy bien escogidos. Por lo demás, los dientes no existen, lo que no significa que haya que llevarse las manos a la cabeza por algún choquecito en el fragor de la batalla. Pasa en las mejores familias.
2- Controla tus babas. Las Nenas son absolutamente inflexibles cuando alguien con aspecto de ser un ciudadano de bien y pagar sus impuestos acaba resultando un baboso de cuidado. Para vanagloriarse de besar bien es importante tener en cuenta que uno tiene un radio de acción muy limitado, y que a la que se sale de ahí todo empieza a ir mal. Y ese radio de acción no es toda la parte inferior de la cara por debajo de la nariz, sino que se limita únicamente a los labios y a lo que hay en su interior, un lugar al que, por cierto, tampoco hay que entrar como un elefante en una cacharrería. Si la otra persona se tiene que limpiar tus babas, es que algo estás haciendo mal.
3- No a las lenguas de serpiente. ¿Tú sabes las serpientes cuando están listas para picar? Visualiza esa imagen que habita en nuestro imaginario colectivo, el retrato de la malvada víbora sacando su lengüecita lista para acabar con un águila. ¿La tienes clara? Bien, no emules ese movimiento cuando beses. Parece mentira pero aún hay gente que considera que trabajar con la puntita de la lengua y moverla acompasadamente cual maligna culebra del Amazonas puede proporcionar a alguien algún tipo de placer. Derivados como la hélice –lo mismo pero en círculos–, o el mete saca a ritmo de un-dos-un-dos también son lamentables. De hecho, es posible que una hélice, una serpiente o un mete-saca hayan sido los causantes de que aquella cita que aparentemente iba tan bien, y que a todas luces iba a convertirse en noche loca, acabase como el rosario de la aurora.
4- Esas manitas... Si nos referimos a meter mano es cierto que todo depende de las circunstancias, así que, dicen Las Nenas, es imposible generalizar. Pero si las obligas a posicionarse aseguran que prefieren un rato de besos y toqueteo leve que esas entradas al más puro estilo Atila en Roma, que hay tiempo para todo y que mejor crear ambiente poco a poco. Por lo tanto, a no ser que sea una situación excepcional en la que los implicados suelen saber desde el principio que no hay problema por saltarse pasos, mejor poquito a poquito –lo que no significa tampoco aburrir a las ovejas– que empezar a desabrochar cremalleras a la primera de cambio.
5- Los complementos del beso. Las Nenas consideran que en materia de complementos del beso –tirones de pelo, caricias en cara o nuca, besos en el cuello, etc.– hay que actuar exactamente como se actuaría con el resto de complementos, analogía ésta que demuestra la inmensa sabiduría de este colectivo. ¿A que si te pones un collar aparatoso no escoges también unos pendientes que te llegan a los hombros? ¿Verdad que si enseñas escote no enseñas pierna y viceversa (y si no lo haces deberías hacerlo)? Pues en materia de los complementos del beso hay que adoptar exactamente la misma filosofía: bien por el tirón de pelo, bien por el beso en el cuello y unas caricias furtivas en la cara, bien por echarle salsa al asunto, pero, por favor, NO TODO A LA VEZ y tampoco todo el rato. Las Nenas se cansan, y a los cinco minutos de tanto ajetreo es probable que prefieran volver a casa con sus gatos a consultar tranquilamente las últimas novedades en Tinder mientras apuran un té. No digas que no te hemos avisado.
6- No acaban cuando empieza el sexo. Esto no es sota, caballo, rey, compañero. Se besa antes, durante... ¡y después! Y es que al parecer hay quien entiende el beso como un simple preludio del sexo, y una vez alcanzado el objetivo a/se da la vuelta y se pone a roncar, en muchas ocasiones arrinconado en la otra punta de la cama, o b/se viste como si la estancia estuviese ardiendo en llamas y huye de allí sin mirar atrás.
Bésalas también después, no pasa nada, dicen Las Nenas. Es una manera de culminar un momento que, al fin, es muy íntimo, pese a que aquí todos seamos modernos y liberados y no tengamos ninguna intención de volver a vernos. Tranquilos, aseguran Las Nenas con ese temple que las caracteriza, porque les deis cuatro besitos tras la afrenta no van a querer casarse con vosotros y que las fecundéis. De hecho, no os engañéis: lo único que desean es que llegue el día siguiente para comentar con sus secuaces –las otras Nenas– que vaya noche, tías, que nunca más, que otro más que confunde el clítoris con un interruptor.
7- Todos los tipos de beso Aquí Las Nenas, curtidas en las más variopintas batallas amatorias, reconocen su ignorancia: no tienen ni idea de cuándo se supone que se debe besar y cuándo, sorprendentemente, besar resulta de una torpeza suprema. Hay quien se pasa toda la noche besándote, duerme desnudo abrazado a ti y, oh sorpresa, se despide de ti a la mañana siguiente con dos castos besitos en la mejilla (no olvidemos su modalidad beso en la frente o abrazo fraternal).
También está el que se pasa toda una noche besándote, duerme a tu lado, se despide con un beso y a los pocos días te vuelve a contactar con la intención de volver a repetir la secuencia exactamente de la misma manera. Pero, oh sorpresa, cuando os veis en el restaurante, afirman Las Nenas, te planta dos besos en la mejilla como si nadie ahí supiese que en aproximadamente un par de horas va a estar bajándote las bragas. Está el que te besa siempre, en todas las citas y en general en todos los momentos, salvo si están sus amigos. Y el que te besa siempre, apasionadamente, se despide de ti con un meneo en la boca del metro por la mañana y tarda cinco meses en volver a aparecer.
Y es que aquí la gran pregunta no es cómo besar, dicen Las Nenas, siempre dispuestas a perdonar una hélice de la línea dura o que les metas uno a uno todos los pelos de tu barba en la boca, la cuestión es CUÁNDO. ¿Alguien sabe algo?
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