GASTARÁS MÁS
¿Financiar el coche, el móvil o los muebles sin intereses es buena idea?
Como experta en economía, mi recomendación siempre es no financiar ningún bien de consumo porque tener deudas nunca es buena idea. Te cuento los problemas que conlleva financiar cuando puedes evitarlo.
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En los últimos años se ha vuelto fácil acceder a financiación. Desde un coche hasta una nevera, pasando por las compras de Navidad o incluso un simple perfume. Los préstamos están por todos lados y tanto los bancos como los comercios intentan "facilitarnos la vida" aunque, en realidad, lo que pretenden es "facilitarnos la compra".
Mi recomendación es que nunca financies gastos corrientes ni ningún bien de consumo.
Aplazar un pago de un gasto corriente
En el primer grupo estarían la factura del gas, la compra en el supermercado o la cuota de comunidad. Muchas veces recibimos un mensaje de nuestro banco ofreciéndonos financiar ese cargo pero, al hacerlo, asumimos un gran riesgo.
Al tratarse de gastos que se repiten a lo largo del tiempo, financiar la compra de hoy hace que mañana (o el mes que viene) tengamos que pagar lo que pospusimos hoy, más el cargo que se generará en ese momento. Por ese motivo, nunca deberíamos de aplazar un pago de un gasto corriente.
Financiar compras de bienes de consumo
En el segundo grupo (consumo) están las compras de ropa, electrodomésticos, móviles o vacaciones. Si no tenemos el dinero pagarlo nunca deberíamos de comprarlo y si, dado el caso, la compra se convierte en una auténtica necesidad (un cambio de lavadora o de coche) y no tenemos el dinero, mi recomendación es que, si necesitas financiación, pienses que esto significa que la única que deberías de permitirte es la opción más económica.
¿Por qué no debo financiar un gasto de consumo si el préstamo es gratuito?
En primer lugar, porque muchas veces esa financiación sin intereses pero sí que tiene algún otro coste asociado, como comisiones o contratación se seguros. Adicionalmente (y todavía más importante) porque financiar nos hace perder el control de nuestra economía doméstica.
Imagina que alguien quiere comprarse un móvil nuevo que cuesta 1.200 €. Tiene dos opciones: pagarlo a tocateja o financiarlo en cómodas cuotas mensuales de 60 €. Si escoge la primera opción será más cuidadoso con su gasto y meditará más la adquisición del mismo.
Sin embargo, si lo financia en pequeñas cuotas es posible que tome una decisión más impulsiva y que sea más proclive a hacer más compras y seguir consumiendo.
Es decir, mientras que en el primer caso esa persona sale del comercio con su preciado móvil que le ha dolido pagar en mano, en el segundo caso quizás salga de la tienda y entre a otra, salga a cenar y gaste más dinero.
Ahora, además imagina que la persona del caso anterior decide financiar otra compra porque al adquirir ese móvil solo ha tenido que desembolsar 60 € (y, probablemente, no siente el impacto de haber comprado algo que le ha costado más de mil euros).
Si repite esa financiación al comprar una lavadora, un bolso o unos muebles, comenzará el mes ingresando su nómina para ver cómo después se suceden los cargos de préstamos que, aunque sin intereses, merman su capacidad de ahorro y le previenen de poder planificar.
De esta manera, alguien tiene varias financiaciones, de importes distintos, a plazos diferentes, empezará teniendo problemas para calcular si podrá asumir irse de vacaciones el año que viene, pues quizás haya terminado de pagar algunos préstamos pero haya contratado otros nuevos, lo que le lleve a perder el control de su economía doméstica.
En este artículo te contaba cómo empezar a ahorrar con distintos métidos muy sencillos y efectivos.
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